Confesión de parte, relevo de pruebas
Jueves 13, Marzo 2025 - 5:20 AM

Antes de que Donald Trump ganara las elecciones presidenciales estadounidenses por segunda vez, ya había empezado a masticar la posibilidad de compartir algunas preocupaciones propias sobre política internacional. No soy experto pero lo andaba pensado al observar, en dicho escenario, gobernantes y políticos con sus discursos y actos impulsados ‒cada vez más‒ en medio de un creciente conservadurismo visceral y pendenciero difundido ampliamente con mucha habilidad y lamentable éxito a través de las llamadas "redes sociales”. Esa inquietud me "hacía ojitos” y se acrecentó con el surgimiento de personajes como Bukele en mi país, primero, y luego con Milei en Argentina; este último me picó, me estimuló, me incitó aún más tras una de sus últimas ocurrencias: la aprobación de la resolución 187/2025 que definía los "criterios médicos” para estimar la "invalidez laboral”.
Según información oficial, de esa forma determinaron una escala o tabla para evaluar tal condición en las personas a fin de entregarles ‒a las que se encuadraran dentro del "perfil” fijado‒ "pensiones no contributivas”. Como se lee en su anexo, al abordar lo relacionado con los "retardos mentales” según su coeficiente intelectual, aquellas encasilladas en el grupo de cero a treinta se consideraban "idiotas”; en orden ascendente seguían las catalogadas como "imbéciles” y "débiles mentales”, tanto "profundas” como "moderadas” y "leves”. De esa manera, les aprobarían una pensión a las que presentasen "debilidad mental profunda o mayor”. Así, como se lee, lo establecieron; pero, parafraseando un par de medios, Milei reculó cuando la pronta protesta social organizada se le echó encima y se produjeron otras manifestaciones sociales diversas de repudio.
Con lo anterior, ya tenía suficientes razones para compartir con ustedes algunas de mis elucubraciones sobre lo que –evocando a "Guaraguao”‒ pasa en algunas partes del mundo. Pero lo que definitivamente me hizo decidirme, tiene que ver con la última columna de mi querido colega y fraterno amigo: el colombiano Mauricio Montoya, quien con su hermano Fernando mantienen "un espacio permanente dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras”. Así la definen; y la llaman "ALPONIENTE”. Su más reciente entrega trata sobre un término muy usado, no siempre de forma correcta: idiota.
Su origen griego hace referencia al valemadrismo de cara a la política pública y al debate sobre asuntos relacionados con esta; a no tener una posición y menos aportar. Según Platón y Aristóteles ‒citando a los hermanos Montoya‒ ese tipo de idiota "nos arriesgaba a todos a terminar sometidos a un gobernante inepto, incapaz o indeseado”. Mauricio y Fernando también recuerdan a Bertolt Brecht cuando este afirmó que el "peor analfabeto” es el político: ese que ni oye, ni habla y no se plantea "que el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas dependen de las decisiones políticas”; ese que "es tan burro, que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política”. "No sabe, el imbécil, que de su ignorancia política ‒finaliza el poeta alemán‒ nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político trapacero, granuja, corrupto y servil de las empresas nacionales y multinacionales”.
Hoy día, tantos siglos después de las reflexiones delos filósofos griegos, observamos un mundo en el cual existe algo peor que la idiotez del "analfabeto político”; me refiero a la de quienes creen ciegamente, pese alas evidencias, en bocones de la polítiquería contemporánea que como Milei impulsan iniciativas iguales o peores que la antes comentada. También como Bukele que, de un día para otro, emite una opinión diametralmente opuesta a la que antes proclamaba como verdad absoluta; que ayer era de izquierda radical y hoy se arropa con la bandera de la derecha capitalista más voraz; que antes era demócrata y ahora no; que para colmo desaparece y vuelve a aparecer su hospital veterinario en menos de veinticuatro horas... Y que, además, pretende que nos traguemos esta fumada "pastilla”: solo duerme dos horas diarias para cumplirle a "la población”.
"Dormir solo dos horas ‒advierte la Inteligencia Artificial‒ no es sano y puede tener consecuencias negativas para la salud”. Entre estas aparecen las siguientes: desregulación de los ciclos del organismo; afectación de las funciones cognitivas; mayor intolerancia y menor creatividad; mayor propensión a enfermarse; aumento del riesgo de estrés, ansiedad o síntomas depresivos; disminución de la capacidad de estar alerta; mayor propensión a cometer errores y ‒finalmente‒ desajustes físicos y mentales. Ojo con la citada "confesión de parte” del "saltimbanqui” de la política guanaca acerca de su descanso diario, pues nos dispensa la presentación de "pruebas”.