Una foto de la catedral de Brasilia, la capital de Brasil. Nadie a la vista./ Rodrigo Craveiro
La pandemia inició en Brasil a inicios de marzo y a estas alturas ya hay casi 11,000 muertos. En promedio, perecen 730 personas diariamente, muchos hospitales están saturados al 100 % o más en sus Unidades de Cuidados Intensivos y varios estados del país están en confinamiento total.Para Rodrigo Craveiro, un periodista de 44 años que vive en Brasilia, su vida cotidiana ha cambiado notablemente desde el inicio de la pandemia."Mi familia y yo intentamos tener muchos cuidados. Mi esposa y mis hijos se quedan en casa. Sólo salimos para hacer compras. Aún así, cuando llego a casa, me quito los zapatos y la ropa y paso alcohol al 70 % líquido en las manos. Después, ya me voy para la ducha. No miro a mi madre ni a mi abuela hace unas semanas. El confinamiento es punto de estrés principalmente para mis hijos, un niño de nueve y una niña de 15 años. Ellos tienen clases a la distancia por computadora todos los días. Las escuelas están cerradas desde el 12 de marzo. Vivimos en frente a un parque ecológico y el se encuentra cerrado hace mismo periodo. Es imposible entonces practicar jogging o caminar”, relata Rodrigo.Craveiro considera "muy desgastante el confinamiento” así como "la incertidumbre con el riesgo de contagio”."Hay que tener extremo cuidado, no tocar los ojos, nariz o boca. Evitar aglomeraciones. Y las noticias acerca de los cementerios con fosas colectivas y muchos funerales son muy angustiantes pues nos conectan a nosotros con la muerte, siempre un tabú en la sociedad”, dice.q
Craveiro solía usar el autobús o el metro para ir al trabajo, pero desde que la pandemia empezó solo utiliza su propio automóvil.Y aunque él no conoce personalmente enfermos por coronavirus, dice que los testimonios en los medios dejan ver "mucha rabia, miedo y revuelta por la escasez de hospitales y de respiradores artificiales”."El problema en Brasil es que la política se encuentra turbulenta. Cambiamos un ministro de Salud en medio de la pandemia, por el hecho de que el presidente Jair Bolsonaro no tenía simpatía por él. El presidente también ha dicho que el nuevo coronavírus es una "pequeña gripe” y que 70 % de los brasileños van ser infectadas (dice eso muchas veces). Cuando el número de muertos llegó a 5,000, Bolsonaro dice a la prensa: "¿Y Qué? ¿qué desea que yo haga? Soy Messias, pero no hago milagros”. El segundo nombre de Bolsonaro es Messias”, explica Craveiro."Eso pegó muy mal. Bolsonaro también ha participado de movilizaciones contra la Suprema Corte y el Congreso, una acción antidemocrática y de oposición a las recomendaciones de Organización Mundial de Salud de no estar en aglomeraciones”, agrega.Rodrigo recomienda: "Nunca minimicen una pandemia. Jamás la traten como una simple gripe (influenza)”.