Los Farolitos en Ahuachapán, una tradición que se enciende desde hace más de 100 años

Hasta la fecha existen diversas versiones sobre el origen del "Día de Los Farolitos”, pero por lo que se conoce, la tradición se originó en 1893, cuando desde Guatemala trajeron una imagen de la Virgen Niña, también conocida como Virgen de la Merced, una reliquia encargada por la recordada fiel Jesús de Eguizábal, quien ese mismo año le colocó faroles con un significado de fe; "una nueva luz y libertad que simboliza el Nacimiento de Nuestra Santísima Virgen María”. Por su relevancia, constancia y originalidad de mantener la tradición, en 2014 los Diputados de la Asamblea Legislativa declararon "El Día de los Farolitos” como "Patrimonio Cultural Inmaterial de El Salvador”, siendo hasta la fecha una fiesta de luz y alegría que ilumina las calles de Ataco, de la ciudad de Ahuachapán y de sus vecinos de Apaneca, que este año se retoma de manera presencial después de una pausa debido a la pandemia. La tradición ha permanecido en varias poblaciones de Ahuachapán por muchas generaciones, y cada vez ha evolucionado con el tiempo. Actualmente es una festividad muy reconocida a nivel nacional e internacional, atrayendo a miles de visitantes tanto del interior del país como del extranjero. En sus inicios la tradición consistía en amarrar rajas de ocote a las ramas de los árboles, luego se hicieron candiles que se alimentaban con carburo y también se utilizaron candelas de cera, pero actualmente con el desarrollo e ingenio de los lugareños, los farolitos son elaborados con varas de bambú o madera, papel de china o celofán y velas. Actualmente, el Día de los Farolitos es una festividad que llena de luz y color las empedradas calles de los barrios ahuachapanecos, y no solamente eso, también es una tradición religiosa muy importante para los fieles.