La Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal) aseguró ayer que los productores pierden en promedio $100 por quintal de café debido a los bajos precios internacionales y advirtió que la situación ya llegó a un punto de insostenibilidad que si no se revierte en los próximos dos años sería el fin de “la vida de la caficultura”.

Los cálculos de la Acafesal se basan en una finca que en promedio genera 15 quintales de café por manzana, con un costo de producción por cada unidad de $150. Esa suma incluye las labores de poda de sombra, control de maleza, fertilizantes, corta del fruto, mano de obra y el cobro por la transformación del café uva a oro exportable.

Omar Flores, presidente de Acafesal, detalló que debido a los bajos precios internacionales el 92 % de los caficultores recibe un pago líquido por quintal de café vendido, entre los $35 y $48. Esto significa que pierden más de $100 en cada unidad, un 70 % del costo de producción.

“Ningún negocio en el mundo puede subsistir trabajando con pérdidas, en donde el costo de producción es superior al de venta. No se puede perdurar en estas condiciones”, manifestó el vocero de la gremial.

La crisis de los precios comenzó a intensificarse a inicios de 2018 como consecuencia al exceso de oferta en el mercado internacional, que supera el consumo mundial y se acumula en cada ciclo cafetero por los inventarios que no se logran vender. Esto ocasiona caídas continuas en la dinámica del Contrato C (donde se comercializa el café) en la Bolsa de Valores de Nueva York, mismo que sirve de referencia para el resto de operaciones de comercialización.

Los datos del Consejo Salvadoreño del Café (CSC), actualizados a abril pasado, revelan que el precio promedio del Contrato C pasó de $194.02 por quintal en el ciclo 2011/2012 a costar $103.77 en 2018/2019, un descenso en los últimos ocho años de $90.35. Sin embargo, este 2019 por la bolsa se han observado mínimos de hasta $93 por quintal, destacó la Acafesal.



Un cúmulo de problemas

Esta crisis en el sector no es nueva, enfatizó Flores, sino más bien es el resultado de un cúmulo de falta de políticas públicas de las últimas tres décadas y circunstancias externas que los productores no pudieron hacer frente desde hace cinco años. Todo “se agudizó en 2019”, indicó.

Los productores aún no se recuperan del “gran impacto” de la crisis de la roya en el ciclo 2012/2013, que redujo la producción nacional en más de un millón de quintales y conllevó a un endeudamiento acelerado al no cumplir con los compromisos financieros. El problema monetario se volvió permanente en los últimos cinco años y se agravó por la inseguridad en las zonas de cultivos.

Esto “ha llevado a una situación insostenible y si continúa la caficultura no durará dos años (…) Muchos están tirando la toalla, comentó Flores. “Si el parque cafetero desaparece, y siguen bajando los niveles friáticos, vamos a tener un problema hídrico inimaginable. Sería una tragedia nacional”, agregó Amílcar Vega, representante de la Acafesal en Santa Ana.