Cardenal Gregorio Rosa Chávez. Fotografía: Saraí Alas.


Hoy se cumplen 29 años de la firma del Acuerdo de Paz que puso fin al conflicto armado salvadoreño.

El cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez recuerda a la población que los acuerdos de paz en El Salvador lograron el fin de una “guerra horrible” y la refundación del país. Veintinueve años después ve un El Salvador con una nueva guerra pese a que no hay armas. Sugiere a los jóvenes retomar los sueños y asumir esa hoja de ruta diseñada hace 29 años, también, aprovechando este período preelectoral para retomar “el espíritu de los acuerdos de paz”, teniendo memoria histórica.

Rosa Chávez es el primer cardenal salvadoreño desde el 28 de junio de 2017. Obispo católico. Párroco de la iglesia San Francisco en San Salvador. Presidente de Cáritas para América Latina y el Caribe y Cáritas de El Salvador. Se ordenó como sacerdote el 24 de enero de 1970 en San Miguel, obtuvo su licenciatura en comunicación social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Fue obispo auxiliar de la arquidiócesis de San Salvador. Estas son sus respuestas de una entrevista que concedió el viernes a Diario El Mundo.

¿Cuál fue el mayor logro del Acuerdo de Paz?

Terminar con la guerra horrible de 12 años por medios pacíficos, eso hay que tenerlo muy presente, porque cobró tantas vidas y dio tanto sufrimiento, se logró como un acuerdo ejemplar para el mundo, la ONU (Organización de Naciones Unidas) lo presenta como el mejor logro el proceso de paz en El Salvador. Solo que después vino lo que vino, muchos creen que no sirve para nada, pero es un momento clave, es como refundar el país con nuevas bases, es una hoja de ruta para el futuro del país, hay que retomar esa hoja de ruta para que tengamos, ver que ahí se diseñó.




Estamos en una nueva guerra, sin armas pero estamos confrontados, no estamos reconciliados, no estamos en un mundo de justicia, no tenemos tolerancia y paz.




¿Cómo está el país actualmente 29 años después del Acuerdo de Paz?




Estamos en una nueva guerra, sin armas, pero estamos confrontados, no estamos reconciliados, no estamos en un mundo de justicia, ni de fraternidad, ni de tolerancia, no tenemos eso, hay que lograr que eso sea posible. Ahora que estamos en época preelectoral, es importante retomar el espíritu de respeto mutuo, de aceptar las diferencias, de aceptar lo que uno tiene con entusiasmo y generosidad, y juntos caminar. Hoy estamos, digamos, desencontrados, eso es una negación total, pero se firmó la paz en 1992.




¿Qué mensaje mandaría usted a los salvadoreños, a los políticos y a las nuevas generaciones, sobre la paz lograda en 1992?




Comenzando por los jóvenes que no tienen memoria, creen que eso ya pasó, no fue relevante, que no creen que sus abuelos cuentan lo que pasó, tampoco aprenden las lecciones de esa experiencia dolorosa. Pero ¿cómo comunicarnos con credibilidad?, ese es el problema que lo que ven después de la firma de los acuerdos de paz es que el país no cambió, porque ese espíritu no se conservó y las raíces profundas no se quitaron, esa era la principal, las injusticias sociales, la principal no se quitó.




Por tanto, los jóvenes tienen que aprender qué pasó y, desde ahí, tener sueños por un futuro diferente porque es el mundo de ellos, de los jóvenes, el mundo lo han dejado muy mal los adultos, pero hay que volver a soñar y el Papa plantea una clave para eso: el diálogo, la tolerancia, de respeto mutuo y también de la solidaridad.



Luego, pues, los que somos adultos tenemos que estar avergonzados porque no somos capaces de respetar y controlar el pesor de estos acuerdos que históricamente se han vuelto irrelevantes, pero están ahí marcando un camino, que es el de la democracia, el pluralismo. Hay distintas opiniones pero que buscan el bien común, eso se ha perdido, hay que retomarlo y recuperarlo, es urgente recuperarlo.


¿Es cierto que el Acuerdo de Paz fue una farsa? Esto lo ha afirmado el presidente de la República, Nayib Bukele en una visita que hizo el 17 de diciembre de 2020 en el caserío El Mozote.


Es interesante cómo un joven no sabe qué pasó antes sin evaluar adecuadamente, él es un joven, él mismo lo dice, que cuando eso pasó él estaba pequeñito, por tanto, no hay memoria y, si no hay buena memoria, no hay futuro. El Salvador es un país siempre conflictivo. Recordemos el año 1932, autoridades del Gobierno, militares, sin democracia hasta el año 1984 que llegó el presidente Duarte como primer presidente civil, es algo que nos avergüenza pero es nuestra historia, por tanto, él tiene que aprenderla y no repetir lo que no estuvo bien.





Recordemos el año 1932, autoridades del Gobierno, militares, sin democracia hasta el año 1984 que llegó el presidente Duarte como primer presidente civil, es algo que nos avergüenza pero es nuestra historia, por tanto, él tiene que aprenderla y no repetir lo que no estuvo bien".



Por tanto, creo, es una de las glorias del país esos acuerdos. Yo estuve presente en todos los diálogos desde que se inició en el 84 hasta el año 89 y fue un proceso que es ejemplar, hay que redescubrirlo, retomarlo y, digamos, retenerlo con nuevo espíritu y eso supone una gran conversión de la gente que estuvo presente en ese proceso y esa conversión abarca a toda la comunidad salvadoreña.


Es una cosa grande la que vamos a celebrar el 16 de enero pero supone que los que fuimos parte de ese proceso tuvimos que dialogar por el gran problema del momento que mucha gente que dio la vida, ¿para qué dar la vida?, pareciera que no sirve para nada, pero esa sangre hay que respetarla y hacer que fructifique en un mundo que es el que se soñó, ahí se diseñó con gran dificultad, pero también con gran ilusión, con una guía sabia de las Naciones Unidas que hicieron de este proceso un ejemplo para el mundo.




Yo deseo que sea una campaña sin ofensas sin insultos, también sin mentiras, sino con propuestas objetivas y realizables.




¿Cree que la guerra fue una farsa o tuvo motivos legítimos para sus actores?


Eso lo hemos analizado bien en la Iglesia. El arzobispo Romero decía que tenía tres raíces la guerra, una era, la más profunda, la injusticia social y estructural; la segunda raíz era ideológica, estábamos en la guerra fría, aquí se enfrentaron grandes potencias, pero un día dijo las armas vienen de afuera pero los muertos son todos salvadoreños, el Papa lo repitió el 15 de octubre de 1984 en Roma, apoyando todo el proceso, es una frase que dice todo: 'Aquí fue el campo de batalla de dos superpotencias, pero los muertos los pusimos nosotros'. Y, tercera raíz, dice él, que era la ideología de cada una de las partes, una ideología la de tipo marxista y la otra era de tipo seguridad nacional, que 'el que quiere cambios y es comunista hay que matarlo'. De ese mundo venimos y se superó con los acuerdos de paz, por eso es que yo saludo que esta fecha sea como una refundación de un sueño que ha quedado truncado y mucha gente no respeta el entusiasmo pero ahí está la senda a seguir, la ruta a seguir, primero Dios que lo sepamos retomar en este proceso electoral como un elemento clave de la propuesta, porque, si no, seguiremos confrontados e insultados unos con otros y divididos, con eso no se construye futuro.
Yo saludo que esta fecha sea como una refundación de un sueño que ha quedado truncado y mucha gente no respeta el entusiasmo pero ahí está la senda a seguir".

¿Qué ha fallado en El Salvador para que muchos salvadoreños crean que el Acuerdo de Paz no sirvió?
Hay una frase que se dice después de la firma y dice: ¿para qué retomarlos, si todo sigue igual?, eso no es culpa de los acuerdos, es culpa de los que tenemos que responder por ese proceso, por ese proyecto de país y no lo hicimos adecuadamente, tampoco supimos comunicar a las generaciones ese sueño, para que lo hicieran también suyo, de modo que hay una tira grande de memoria para tener futuro.

¿Qué piensa del discurso confrontativo que las fuerzas suelen adoptar en época electoral?

Eso lo decimos tantas veces en la Iglesia, que hay que tener respeto por los demás, proponer, no confrontar, porque, cuando uno tiene propuestas interesantes, no ofende, el país necesita propuestas, no necesita confrontación y, si no se cultiva esa cultura en los dirigentes políticos, todos sufrimos, yo deseo que sea una campaña sin ofensas sin insultos, también sin mentiras, sino con propuestas objetivas y realizables, la política es para eso, para buscar el bien común pero sobre todo de los más débiles, de los más pobres, de los más necesitados.

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