La dependencia de El Salvador a las importaciones del petróleo y sus derivados lo hacen vulnerable al vaivén del mercado y esto, a su vez, se traduce en un aumento de la inflación por factores “importados”.

Una investigación del Banco Central de Reserva (BCR) examina cómo la inflación reacciona ante los choques internacionales, principalmente por la volatilidad del petróleo. El Salvador es importador neto del crudo y está sujeto a la cotización del West Texas Intermediate (WTI), que desde hace dos años se ha mantenido por encima de la barrera de los $60.

Desde la pandemia de covid-19, los salvadoreños resintieron un aumento acelerado de la inflación, exacerbada en 2022 (llegó a 7.76 % en junio de ese año) con la invasión rusa en Ucrania, que disparó el precio del crudo a niveles récord.

En el último año la inflación ha desacelerado y en septiembre pasado se colocó en 3.02 %, aún sin regresar a los valores prepandemia. El BCR registra que, en febrero de 2020, cuando se activaron las alarmas de la crisis sanitaria, la economía salvadoreña tenía una deflación (baja de precios) de un 0.08 %.

Los investigadores aplicaron el modelo de mínimos cuadrados ordinarios (MCO) para estimar el impacto indirecto del petróleo en los precios de la economía salvadoreña. Este cálculo arrojó que ante un incremento de 1 % en los derivados del crudo, la inflación sube 0.01 % y los combustibles 0.47 %.

Para calcular la inflación importada se aplicó el cuadro de oferta y utilización (COU) con datos de 2011 a 2021, donde se reveló que más del 40 % del incremento en los precios locales está asociado a un componente importado.

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El oro negro

El Banco Central recuerda que desde 2001, con la adopción de la dolarización, no se tienen instrumentos de política monetaria para atenuar los desequilibrios internacionales y el margen de maniobra para controlar los ajustes, al menos del crudo, se basa principalmente en subsidios a los combustibles, el gas propano y la energía eléctrica.

La inflación se calcula con el Índice de Precios al Consumidor (IPC), conformado por una canasta de 238 productos distribuidos entre 196 bienes y 42 servicios representativos en los patrones del consumo de los salvadoreños.

De acuerdo con el reporte del BCR, gran parte del gasto mensual de las familias salvadoreñas se destina a las divisiones intensivas en el uso del petróleo, como alojamiento, agua, electricidad y transporte, que en conjunto representan un 24.4 % del IPC. La compra del gas propano tiene una cuota de un 0.9 %.

La investigación señala que hay otros factores que influyen en la inflación, como el precio de los alimentos, con una participación de un 10 % en el IPC. Esta división depende de las condiciones climáticas y la capacidad de producción local.

Aunque el efecto es indirecto, el BCR señala en su reporte que el precio del petróleo afecta el costo del transporte y distribución de los productos importados. En este renglón El Salvador es altamente vulnerable, ya que el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) calcula que se compra a los países vecinos un 80 % de los alimentos que demanda la población.