Muy pocos salvadoreños recordarán esta nota dentro de 30 años, cuando la intensidad de las tormentas tropicales y las sequías destructivas hayan dejado pérdidas irrecuperables en El Salvador.

El estudio multidimensional de El Salvador elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presentado en abril pasado, dedica un capítulo a los peligros que enfrentará el país en las próximas décadas con una alta factura económica.

Este estudio cita que para 2050, el cambio climático multiplicará las pérdidas en los cultivos primarios como el maíz en cerca del 18 %, los frijoles en 24 % y el arroz en 24 %.

Actualmente El Salvador es uno de los 20 países más afectados por los fenómenos meteorológicos extremos, con un largo historial de tormentas tropicales y sequías, así como sismos, que han asolado las plantaciones de cultivos y dejado pérdidas humanas.

En el historial más reciente de catástrofes se encuentra la sequía de 2015 seguido de fuertes precipitaciones que destruyeron el 60 % de los maizales. En 2016, hubo otra sequía junto a la proliferación de la plaga del pulgón amarillo que arrasó los cultivos de sorgo. Dos años después, en 2018, hubo una sequía sin precedentes de más de 40 días sin lluvias. En 2020, en plena pandemia, una tormenta que agravó la inseguridad alimentaria.

Estos eventos, plantea el informe, han generado pérdidas equivalentes al 22.9 % del Producto Interno Bruto (PIB, producción de bienes y servicios) entre 2000 y 2012.

Caen las zonas de cultivos.

Los productores salvadoreños ya acumulan pérdidas por el cambio climático, un sector que en los últimos años ha visto reducir las zonas de cultivos.

El Anuario de Estadísticas Agropecuarias del Ministerio de Agricultura reporta que el cultivo de maíz, el grano más consumido por los salvadoreños, cubrió 376,229 manzanas en el ciclo 2021-2022. Esta cifra significa una reducción de 10,661 manzanas frente a las 376,229 reportadas en el período 2018-2019.

La zona de cultivo de sorgo se ha reducido en 19,152 manzanas, el frijol en 1,590 y el arroz en 1,032.

Las autoridades calculan que el 90 % del agua en El Salvador está contaminada. / DEM
Las autoridades calculan que el 90 % del agua en El Salvador está contaminada. / DEM



Por años, el sector se ha quejado del “abandono del agro”. La Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo) ha explicado que no hay relevo generacional y la mayor parte de los cultivos de cereales recae en las manos de productores de subsistencia, quienes son vulnerables a los eventos extremos.

Este 2023, además de los altos costos de los insumos, los productores se ven amenazados por el desarrollo de una sequía meteorológica y una canícula prevista para finales de julio e inicios de agosto por el fenómeno de El Niño. Luis Treminio, presidente de Campo, advirtió que si estas proyecciones se cumplen sería “el acabose”.

Sin agua.

El informe de la OCDE advierte que el agua de El Salvador está muy contaminada debido a que no se depura y que los recursos hídricos no han estado regulados de manera integral. Citando a las autoridades salvadoreñas, añade, el 90 % del agua superficial está contaminada por residuos agrícolas e industriales.

El documento señala, además, que en El Salvador las viviendas también están expuestas a los fenómenos debido a la “inexistente” planificación del uso de la tierra. Se estima que el 84 % de las construcciones de las zonas urbanas es vulnerable, señala.

“La degradación de la tierra sigue constituyendo un problema para El Salvador y las actividades agrícolas actuales continúan acelerando el proceso”, matiza el reporte.

El dato

Entre los eventos con más impacto está el huracán Mitch (1998) con 475 fallecidos y pérdidas del 2.3 % del PIB; tormenta Ida (2009) con 275 fallecidos y 1.4 % del PIB; depresión Doce-E (2011) con 35 muertos y 4 %.