Los eventos extremos han costado a los salvadoreños más de $2,200 millones en los últimos 30 años, revela un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El estudio, titulado El Salvador: panorama de oportunidades, explora los desafíos estructurales que han impedido que la actividad económica alcance su máximo desarrollo, como la baja productividad, una inversión limitada, las debilidades institucionales y la exposición al cambio climático.

El Salvador se ubica en el puesto 28 entre los países más expuestos por el cambio climático a nivel mundial, que afecta principalmente la infraestructura y la agricultura. Citando estudios de diferentes instituciones, incluyendo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el BID señala que el costo por eventos extremos llegará a un 7.2 % del Producto Interno Bruto (PIB) anual a partir de 2030 si no se toman “medidas ambiciosas e inmediatas”.

Después de períodos de sequía entre julio y agosto, los productores salvadoreños se enfrentan a excesos de lluvias con la salida del invierno, dejando a su paso pérdidas millonarias que solo en 2023 superaron los $82.6 millones, según cálculos de la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo).

Huella en la población.

El reporte del BID destaca que los fenómenos climáticos han reducido la productividad de los principales cultivos en El Salvador, en particular un 36 % en la caña de azúcar. También un 14 % para sorgo, un 13 % en maíz, un 11 % para arroz y un 11 % en plantaciones de frijoles.

Como consecuencia de las pérdidas, la población en dificultades para alimentarse bien pasó de un 42.2 % entre 2017 y 2019 a un 46.5 % entre 2019 y 2021.

En el “mapa de oportunidades” elaborado por el BID se recomienda cuantificar y evaluar el riesgo fiscal por los desastres naturales y eventos climáticos para proteger las finanzas públicas, además de promover la agricultura climáticamente inteligente.

Asimismo, el BID recomienda la diversificación de las plantaciones y la siembra intercalada para disminuir los riesgos de fracaso de los monocultivos.

Espacio de oportunidad.

Según el BID, la economía salvadoreña tiene un “enorme potencial” para alcanzar un futuro próspero, ya que cuenta con fuerza laboral joven y una ubicación geográfica estratégica para el comercio internacional.

“Hay indicadores macro que permiten ser optimistas”, añade la publicación, en referencia a la rápida recuperación después de la pandemia que, a pesar de mostrar un crecimiento modesto frente al resto de la región, es un paso “importante para superar el estancamiento que había experimentado por más de 15 años”.

La economía salvadoreña representa un 8 % del PIB de Centroamérica y República Dominicana, además de obtener las remesas más altas de la región con un 20.3 % del PIB.

Entre las ventajas recientes, el BID destaca una mejora en el clima de negocios por los resultados de seguridad y que han motivado un repunte de la inversión a un promedio de 20 % del PIB en 2023, aunque es menor al ratio regional de un 23.6 %.

El dato

En El Salvador, la disponibilidad de agua por habitante es de 1,751 metros cúbicos (m3). La media mundial indica que si está por debajo de los 1,700 se considera que el país se encuentra en estrés hídrico.

Tres ejes de intervención

1.- Talento humano

En el documento, el BID propone medidas para la promoción de talento humano a través de una mayor sofisticación tecnológica en procesos y servicios.

2.- Competitividad

El Salvador debe habilitar condiciones necesarias para un ambiente de negocios e inversiones, tanto de sectores tradicionales como de rubros de vanguardia.

3.- Eficiencia

La institución presenta un paquete de medidas para consolidar la eficiencia de las instituciones en cuanto a finanzas públicas sólidas, sanas y transparentes.