Ademir Bermudez es un salvadoreño que desde muy pequeño supo qué era lo que le apasionaba, pensar en robots y cómo cambiar el mundo con estos eran los deseos que se maquinaba en su cabeza, y que se mantienen más de tres décadas después.

Al entrar a la universidad se dio cuenta de que no existía la carrera que él quería estudiar, robótica, a tal punto que solo habían materias que abordaban el contenido. Bermudez logró graduarse como Licenciado en Estadística y Computación de la Universidad de El Salvador, aunque seguía con su idea de ir más allá con su pasión.

“De ahí, cuando ya entré a trabajar en la universidad donde estoy actualmente, formé un equipo de estudiantes que teníamos así como sueños de crear cosas, y retomé mis sueños”, relata este salvadoreño.

Bermudez reconoce que el conocimiento obtenido no ha sido por una formación universitaria, sino a través de cursos y capacitaciones, auto aprendiendo y experimentando.

En 2013 da el banderillazo de salida a una meta que muchos pensaron que no daría frutos, un año después comenzó a hacer un poco más de eco su nombre, visitó por primera vez Nicaragua, dando charlas. Ese mismo año creó un proyecto bautizado como Cristofer gracias al que tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos.

Bermudez recuerda que la última versión que trabajó de Cristofer era un robot completamente casero, no una impresión 3D como las que se hacen ahora.

“Logré ir a Los Ángeles a participar en un congreso internacional y fue nombrado como el primer robot de servicios de El Salvador. Un robot que medía 1.10 (centímetros) de alto“, comenta con orgullo.

Para 2018 surgió la idea de proyectar sus productos al mercado, como algo más que experimentos, inicia a edificar su propia empresa y de las pocas, por no señalar escasas, que él mismo ha conocido.

Es así como en el 2019 surge EsRobotica, que significa El Salvador con Robótica, un emprendimiento que tres años después cuenta con diferentes clasificaciones como robots educativos.

Ni siquiera el covid-19 pudo detener la marcha de Bermudez con sus deseos de seguir aportando al mundo de la robótica y, aunque la misma pandemia provocó que tuviera que levantarse de nuevo, reconoce que se dedicó a los talleres, convirtiéndose en el coordinador de un grupo internacional de robótica.

Este estadista ha dividido sus creaciones por series, la Serie “A”, por ejemplo, corresponde a robots en forma de humanoides, y dentro de las otras series también se encuentran dedicados a talleres, mascotas y robots vipedos.

A lo largo de sus años ha fabricado 45 versiones, de los que ha vendido la misma cantidad, siendo escuelas y padres de familia los más interesados.

Yo tengo dos lemas: uno que es ‘imagina, crea y programa’, y el otro es preparar a los estudiantes para las nuevas carreras y los nuevos trabajos”. Ademir Bermudez, Emprendedor de EsRobotica

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Retos.

Tras casi una década incursionando en el rubro de la robótica, Bermudez reconoce que existen retos que aún deben vencerse, en la parte cultural se encuentran los estigmas de personas que han visto mal su trabajo incluso al punto de burlarse de Wall-E, uno de sus primeros robots hecho a cajas de cartón con materiales reciclables.

Otro reto ha sido la parte financiera, que menosprecian su trabajo sin imaginar que son más económicos que los realizados en el extranjero.

En El Salvador, reconoce, también debe valorarse que este tipo de enfoques de la ciencia impulsan a la preparación de las nuevas generaciones.

A pesar de las dificultades a lo largo de sus 36 años de vida, indica que lo más gratificante ha sido apoyar a niños con autismo a través de Robi, un robot que comenzó a ser diseñado en 2017 y del que entregó la última versión el año pasado.

“Era un robot creado para interacción social con niños con autismo, el único de El Salvador, y que me dijo una padre o madre de familia, gracias mi hijo ha cambiado porque usted ha logrado que preste atención”, comentó con alegría.

También le complace ser reconocido a nivel internacional y que las personas admiren su dedicación y esfuerzo por fomentar esta rama de la ingeniería en un país al que aún le falta apostar más por la misma.