Las ventas de fincas cafetaleras continúan en medio de una crisis que arrastra el sector por una baja productividad y caída de precios. La Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal) asegura que se tratan de propiedades ubicadas sobre la carretera, que pasan a ser administradas para fines turísticos.

“Las fincas lotificables que están a la orilla de las calles, definitivamente las venden porque ya no es negocio el café”, señaló Sergio Ticas, presidente de Acafesal, quien desgranó un rosario de dificultades por los cuales los productores desisten de mantener sus cultivos.

Uno de los problemas, añadió, es el cambio generacional en la administración de fincas. “Ya a los hijos nuestros no les gusta trabajar en fincas porque ellos han estudiado y quieren ver el dinero constante y sonante”, mientras que la agricultura es “incierta” por el cambio climático.

Ticas defendió que las ventas de fincas no significan que desaparezca el cultivo, sino que algunas se han destinado para formar parte de proyectos turísticos.

Sin embargo, el caficultor Julio Valladares de Santa Ana, uno de los departamentos de mayor producción, aseguró que las lotificadoras compran las fincas para fines residenciales o para sembrar caña.

Vender para pagar.

Las ventas de los inmuebles también se confirman en la última memoria de labores del Instituto Salvadoreño del Café (ISC), que detalla que el saldo de la deuda del Fondo de Emergencia del Café (FEC) disminuyó en casi medio millón de dólares en el último año por cancelación o abonos voluntarios.

El pago de capital e intereses de la deuda del sector adquirida con el Fideicomiso Ambiental para la Conservación del Bosque Cafetalero (Ficafé) y FEC se encuentra suspendido entre el 1 de enero de 2022 al 31 de diciembre de 2024.

Según el ISC, a septiembre de 2023 el saldo superó los $24.59 millones y significó una reducción de $578,914.09 respecto al mismo período de 2022.

“Esta deuda ha disminuido respecto a los años anteriores por los pagos voluntarios que realizan los productores, siendo las principales causas de pago: venta de inmuebles, traspasos, herencias o al conocer su estado de cuenta, disponen cancelar o abonar”, señala el reporte.

Mantenimiento insostenible.

El vocero de Acafesal calculó que un 20 % de los productores han bajado la “guardia” en el mantenimiento de las fincas y trabajan al mínimo con la aplicación de los insumos agrícolas ante la caída de los precios internacionales.

Los precios del aromático -fijados a través del Contrato C en la Bolsa de Nueva York- cayeron a mínimos entre 2017 y 2020, pero en 2021 comenzaron una espiral ascendente que llevó al quintal a superar los $250. Esto fue un respiro para las agobiadas cuentas de los productores salvadoreños, pero se agotó a partir de octubre de 2022 cuando volvieron a la tendencia decreciente.

“Pero seguimos de necios por todas las bondades que tiene el café: genera mano de obra, contribuimos al medio ambiente y generamos ingresos por divisas”, añadió.

El bosque cafetalero está conformado por 164,203 manzanas cuadradas, considerado un pulmón biológico por la retención de agua y purificación de aire. Sin embargo, la productividad es muy baja de apenas 3.8 quintales oro-uva por manzana, lejos de los 20 quintales que se obtenían en la década de 1990.

Esto dificulta a los productores, quienes tienen que buscar vender cada quintal en más de $200 si quieren tener beneficios, pero con el vaivén del mercado llegar a estos valores parece una misión imposible.

El dato

En 2019, debido a los bajos precios internacionales, algunos caficultores en occidente quemaron sus fincas para sustituirlas por cultivos masivos, como maíz y frijoles.