La deuda pública de El Salvador podría superar el 100 % del Producto Interno Bruto (PIB) en 2031 si el gobierno no aplica un ajuste fiscal, advierte una investigación de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).

El estudio, titulado El Salvador ante la incertidumbre y los estándares de límites máximos de deuda pública sostenible, es parte del Programa Estratégico de Investigación Institucional, en el que participaron 12 economistas de la UCA y cuyos resultados se publicarán en un libro conformado por 10 capítulos.

El documento analiza factores como la tendencia histórica de la deuda, presión en los fondos de pensiones, relación con la dolarización e incidencia de la corrupción.

René Hernández, economista e investigador de la UCA, explicó que los factores que más inciden en los niveles de deuda corresponden al déficit fiscal (gastos más altos que los ingresos), cuánto se paga por los intereses y tasas de crecimiento económico. También influyen eventos climáticos y crisis externas, como la pandemia de covid-19 o la guerra en Ucrania.

Para el economista, el bajo crecimiento económico es uno de los factores que más afecta en la trayectoria de la deuda, ya que se traduce en menores ingresos al fisco y una mayor brecha del déficit fiscal.

Hernández indicó que para la economía salvadoreña se ha determinado que un nivel “saludable” de endeudamiento sería un 50 % del PIB, pero el país registra desde 2008, cuando ocurrió la crisis financiera internacional, un ascenso vertiginoso de las obligaciones, hasta cerrar en 2022 en un ratio de un 75 %.

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¿Qué se prevé?

En la investigación se plantean tres escenarios posibles sobre la dinámica de la deuda en la próxima década, los cuales arrojan “datos preocupantes”.

El primer escenario revela que la deuda podría estabilizarse entre un 75 % y un 80 % del PIB en los próximos años, aunque advierte de que es muy reducida la probabilidad (de apenas un 5 %) de que ese porcentaje baje de un 70 % para 2031.

El segundo escenario prevé que el nivel de endeudamiento se coloque a finales del ciclo 2022-2031 en un 86 % del PIB. Esta simulación también plantea una posibilidad de un 10 % de que la deuda baje de un 70 % del PIB, aunque predomina un 50 % de riesgo que supere el 90 % en el período 2026-2031.

Ese margen de riesgo se reduce e incluso la deuda llegaría a un 60 % del PIB si el gobierno se compromete y es capaz de realizar un ajuste del gasto primario de un 19.7 % y reduce la volatilidad de los ingresos corrientes a un 1.75 %.

“La deuda no es mala”.

“La deuda no debe verse como un mal”, señaló el economista durante una entrevista en Radio YSUCA, sino como un recurso de las economías para financiar el déficit fiscal.

La crisis de la deuda es endémica en las finanzas salvadoreñas. Una investigación publicada en 2022 por el economista William Pleites plantea que el gasto por el servicio de las obligaciones con los acreedores equivale a 2.5 veces la asignación en educación y salud en los 200 años de la República.

“Lo malo es no tener capacidad para pagar. Lo malo es que, al pagarla, se esté absorbiendo gran parte del presupuesto y deje tan poco para todo lo demás que el país urgentemente necesita”, añadió Hernández.