Una vez más, aparece en un estudio que el impacto de la violencia sigue siendo el mayor obstáculo para el desarrollo del país y aunque en algunos indicadores hay mejoras, la verdad es que es un elevado costo para todos los estratos de la nación.

Uno de los hechos de violencia que más afectan en este sentido son las extorsiones, por eso es muy llamativo lo dicho por el futuro embajador norteamericano, Ronald Douglas Johnson: “Debemos enfocarnos en que El Salvador sea más atractivo a los negocios, en lugar de un país donde las empresas tienen que agregar la extorsión en el costo de operación”.

Por eso debe reforzarse el combate a las extorsiones, desde la Fiscalía, desde la Policía y como el impulso comprometido en la política del gobierno entrante.

Pero ese enfoque contra las extorsiones debería ser de todo el país, de todos los salvadoreños, un esfuerzo nacional del Estado y de los privados, quizás replicando aquel conjunto de medidas que se hizo cuando se combatieron los secuestros. Ese es un costo que lo pagan desde las grandes empresas hasta la más pequeña tiendita de colonia y al final todos debemos pagar ese costo al crimen organizado, a las pandillas y sus tentáculos.