Más de 200 familias en la comunidad La Cuchilla, ubicada en Antiguo Cuscatlán, no tienen agua potable desde hace más de 20 días. El servicio es brindado por la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), institución que argumenta que el pozo se encuentra en limpieza, medida que ha obligado a los habitantes a arriesgar sus vidas para obtener el recurso hídrico.

La Cuchilla está frente a un centro comercial de Antiguo Cuscatlán, dividida en tres sectores y tiene aproximadamente 300 familias. Más de la mitad no recibe agua potable. “Tenemos bastante de estar sufriendo por el agua, porque está quebrada una tubería al otro lado, ANDA no la ha reparado”, dijo Gladys Marina Sánchez, habitante de La Cuchilla.

El líquido se derrama y la tubería ha hecho un hueco en la zona.

“En el sector uno, como está en bajada, cae un poquito de agua pero aquí ya no cae nada”, indica. Sánchez vive con sus hijos en una casa de lámina.

La humilde vivienda se encuentra en el sector dos de la comunidad (el más afectado), justo frente al centro comercial, mismo que conserva arriates y dos válvulas para regarlos, según los habitantes de La Cuchilla.

“Estamos jalando agua de ese chorro (señala una válvula que está en un arriate), pero más que todo en la noche porque pasan menos carros, la fila para agarrar agua es enorme, son como 50 o 60 personas”, explicó José Roberto Chévez, otro habitante del sector dos. Chévez vende sorbete artesanal durante el día para mantener a su esposa y dos hijos. Por las noches, con la ayuda de su pareja, se cruzan la carretera Panamericana para llegar al arriate del centro comercial donde se encuentra una de las dos válvulas. Desde ahí acarrean agua hacia el hogar.

El riesgo es grande. En febrero pasado una persona fue atropellada en la carretera Panamericana, frente a La Cuchilla. “Fue jueves 21 de febrero que el muchacho tuvo el accidente, un carro lo arrolló todo, fue por jalar agua como todas las familias que vamos a jalar agua a ese chorro”, recordó Noemy Mejía, pareja de Chévez.

El drama por la falta del recurso hídrico es mayor cuando la salud se ve empañada y la economía familiar se ahoga por el exceso de necesidades. “Cuando lavamos trastes o hacemos algo de los quehaceres de la casa vamos cuidando el agua para poder regar un poquito, porque eso nos está afectando en todo sentido. Usted puede ver que en la cancha se levanta mucho polvo, entonces estamos padeciendo bastante de los pulmones, de la garganta”, se quejó Ana Esperanza Sánchez.

Según su hermana, Gladys Marina Sánchez, además de las enfermedades deben rebuscarse por obtener agua para tomar, porque el líquido que les regalan en el centro comercial no es potable. En el sector uno, donde Tomás Santos Bernal sacó una manguera para regalar a sus vecinos un poco del líquido que caía en su vivienda.

 



Soluciones a medias

Ricarda Villanueva, presidenta de la junta directiva de La Cuchilla y habitante del sector uno, afirmó que desde el 1 de abril ha comenzado “a caer un poquito de agua” en las viviendas del sector más próximo a la tubería dañada, luego que Diario El Mundo consultara con ANDA, el 28 de marzo, y solicitara una entrevista con el técnico que trabaja en la zona.

Pese a la insistencia, nunca se informó a este matutino el día, lugar y hora para la entrevista; sin embargo, a través del área de Comunicaciones, la autónoma informó que “actualmente se encuentra un pozo en limpieza, que es el que abastece al sector, como parte de las obras de mantenimiento que permitan mejorar los niveles de producción”. Agregó que las obras de mantenimiento finalizarían el lunes 1 de abril y que a partir del martes 2 el servicio comenzaría a regularizarse.

“Pero solo al sector tres le ha comenzado a caer por las noches”, dijo María Ángela González, quien trabaja en una tortillería en el sector tres. “Cae poco, no es mucho, pero solo cae por las noches y uno que trabaja como va a agarrar agua”, agregó Rosa Hilda Gamendia, del mismo sector.

Aunque las quejas más fuertes comenzaron en marzo pasado, la mayoría afirmó que la irregularidad del servicio empezó desde hace dos años, pero el recibo comunal sigue llegando. Al mes, las familias de La Cuchilla pagan $2 a la presidenta de la directiva para que ella cancele los $170 que establece el recibo de ANDA.

La comunidad existe desde hace 87 años, aseguraron sus habitantes, el terreno ha estado en manos de una familia, luego una cooperativa y finalmente el Estado, pero ninguno ha hecho mucho para instalar el recurso hídrico.

Actualmente, las casi 300 familias viven en el terreno que le pertenece al Estado y cuyo nombre no está registrado ni en ANDA ni en CAESS ni en ninguna institución. “No existimos y nos ven como una comunidad marginal”, lamentó Gladys Marina Sánchez.

Mientras esperan las credenciales de personería jurídica, que los reconocerá como comunidad Buenavista Jehova Jireh (ya no como La Cuchilla), el primer paso para soñar con tener sus contadores de ANDA, los habitantes continúan cruzándose la carretera Panamericana, jugando con los vehículos a no ser arrollados.