Se anunció con bombo y platillos. Todo el pueblo estaba invitado a su fiesta. El momento había llegado y las caretas por fin se cayeron, no había porque disimular más. El rey Luis XIV de Francia, había reencarnado, y 64 diputados aseguraron: ¡El Estado es él! Por la vía democrática, Nayib Bukele, había logrado el poder Ejecutivo y también el Legislativo, pero no era suficiente, había que dar un golpe para también controlar el judicial. La separación de poderes no existe. Y como posteriormente reconoció en cadena nacional, el fiscal también es de él. Una cadena donde le dijo a la comunidad internacional (Naciones Unidas, OEA, Estados, Unidos, Unión Europea, Canadá, Noruega, Costa Rica, cientos de organizaciones y un gran etcétera) que estaban equivocados, y por eso él mismo defendió las decisiones que la Asamblea Legislativa adoptó sobre el Órgano Judicial, quedando claro que el Estado es él.


Por cierto, de tantos temas que se podían aprobar, la primera medida que aprobó la nueva legislatura se decantó para que fuera en beneficio de una persona y su círculo, no del pueblo. Eso es muy emblemático. Cada vez que uno de ellos se llena la boca diciendo es por “el pueblo”, en realidad quiere decir, es por el presidente y sus amigos. No sé si habrá otro ejemplo en el mundo, donde el debut de tantos congresistas haya sido dar un golpe de Estado técnico. Han hecho historia, sin duda alguna.


En un país donde muchas personas no tienen certeza si van a comer, si van a regresar a casa o si van a obtener un ingreso, palabras como separación de poderes o incluso democracia, le parecen ajenas. Desde ratos la misma ciudadanía había señalando que no le importaba un gobierno autoritario con tal que le resolviera su situación económica. Y al menos que algo sumamente extraordinario pase, va a tener un gobierno autoritario, ¿pero resolverá su situación económica?


La historia y la evidencia muestra que las crisis democráticas, tarde o temprano, se traducen en crisis económicas. Nicaragua quizá sea el caso más cercano y reciente de ello. Hace algunos años se le llegó a considerar como un ejemplo para la región por sus niveles de crecimiento económico, y por el corporativismo que había logrado el régimen de Ortega con los empresarios. Sin embargo, se sabía que la débil democracia terminó socavada y finalmente la crisis política estalló y, desde entonces, Nicaragua lleva tres años en recesión económica. Por cierto, que paradójico que para un presidente que le preocupa tanto su imagen termine resultando que su maestro sea Daniel Ortega.


En El Salvador, los sucesos del sábado provocaron que el precio de los bonos se desplomará el lunes, el mismo día que el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes, que mide el perfil de riesgo de un país, creciera como nunca lo había hecho desde que hay registros. Es decir que ni siquiera la crisis mundial de 2008-2009 o las crisis fiscales, tuvieron tanto impacto como el embate a la democracia. Pero esto apenas puede estar empezando, si no se corrige la estabilidad jurídica y el Estado de derecho.


No se debe olvidar que la economía salvadoreña es pequeña, pero muy vinculada a la economía mundial, especialmente a la estadounidense. Por las remesas, las exportaciones, la inversión extranjera, pero también por la incidencia que puede tener Estados Unidos en las instituciones financieras internacionales. Y Estados Unidos, hasta ahora, a través de la diplomacia del tuit ha dicho que responderá a lo sucedido en El Salvador, por lo que veremos cuáles serán esas acciones.


El Salvador, por el proceso de vacunas se había puesto en una posición privilegiada en la región para la recuperación económica, pero con el rumbo que está tomando todo eso lo tira a la borda. Ahora bien, puede ser que el gobierno esté consciente de todo esto y haya decidido tirarse al mar a naufragar porque tiene un salvavidas que viene con instrucciones en chino, si es así, ¿le será suficiente para sobrevivir?


En cualquier caso, todo lo que está pasando, quizá más temprano que tarde lo terminará pagando toda la población. Esa que hoy incluso aplaude porque ahora el presidente: ¡es el Estado!