Las audiencias de este proceso, emblemático de abusos por sumisión química, se llevarán a cabo durante cuatro meses ante una corte criminal compuesta por magistrados profesionales en Aviñón.
Gisèle P., la víctima de 72 años, se mantuvo estoica en el segundo día de este megajuicio en Aviñón, en el sur de Francia, en el que los 51 acusados, entre ellos su pareja durante casi medio siglo, se enfrentan a 20 años de prisión por violación con agravantes.
Los 51 acusados, todos hombres de 21 a 68 años en el momento en que se descubrieron los hechos, comparecerán hasta el 20 de diciembre, 18 de ellos en el cubículo reservado a los detenidos.
En la lista figuran personas de todo tipo de oficios y condiciones: bombero, comerciante, enfermero, expolicía, electricista, empresario, periodista..., solteros, casados o divorciados. Ninguno sufre de alguna patología psíquica notable, pero todos, según los expertos forenses, tienen un sentimiento de "omnipotencia" sobre el cuerpo femenino.
La mayoría fue solo una vez al domicilio del principal acusado, en la localidad de Mazan. Diez fueron en varias ocasiones, hasta seis noches en algunos casos. Muchos alegan que creían estar participando en las fantasías de una pareja libertina.
Pero según el esposo y principal acusado, de 71 años en la actualidad, "todos sabían" que su esposa estaba drogada sin consentimiento. Para la instrucción, "cada individuo disponía de su libre arbitrio" y hubiera podido "partir" al percatarse de la situación.
El jubilado, exempleado de la compañía de electricidad EDF, reconoció que administró algunas noches poderosos ansiolíticos, principalmente Temesta, a su mujer, sin decírselo.
Según sus declaraciones, comenzó a hacerlo en 2011, cuando la pareja, junta desde 1971, vivía en la región parisina, antes de mudarse a Mazan en 2013.
Violaciones filmadas
Los hombres reclutados en un sitio de encuentros, coco.fr, cerrado desde entonces, recibían consignas estrictas para no despertar a la víctima, no oler a perfume ni a tabaco, calentarse las manos con agua caliente y desvestirse en la cocina, para evitar olvidar prendas en la habitación.El marido participaba en las violaciones y las filmaba, animando a sus cómplices con expresiones degradantes. Pero no pedía dinero a cambio dinero, pues su único motivo al parecer era satisfacer sus fantasmas.
En total, 92 violaciones fueron registradas, cometidas por 72 hombres, solo 50 de los cuales fueron formalmente identificados.
La mujer, en un estado "más cercano al coma que al sueño", según un experto, no se enteró de nada.
Tuvo conocimiento de los hechos a los 68 años, tras casi 50 años de vida común, en 2020, después de que su marido fuera sorprendido en un centro comercial filmando bajo las faldas de tres clientas.
Al revisar su computador, los investigadores hallaron miles de fotos y videos de ella, visiblemente inconsciente, a veces en posición fetal, violada por decenas de desconocidos. Los policías también hallaron conversaciones donde invitaba a sus interlocutores a abusar de su mujer.
Para la mujer, el proceso se anuncia como "algo terrible", dice Antoine Camus, uno de sus abogados, que defiende también a sus tres hijos y cinco nietos.
Ella "vivirá por primera vez, en diferido, las violaciones que sufrió durante diez años", pues no tiene "ningún recuerdo", dijo Camus a AFP.
El caso conmocionó a los hijos de la pareja, especialmente a su hija Caroline, ahora involucrada en el combate contra la sumisión química, a través de la asociación "No me duermo".
Al igual que las esposas de sus dos hermanos, Caroline Darian (seudónimo que usa en el libro que publicó en 2022, "Y dejé de llamarte papá") también fue fotografiada desnuda por su padre, sin su consentimiento. Y se pregunta si no la habría drogado, una acusación que él desmiente y que la investigación no demostró.
Los hijos reviven el calvario ante tribunal francés
Los hijos de la mujer se estremecieron el martes al escuchar el largo y crudo resumen de los abusos organizados por su padre, durante el juicio en Francia.
Aunque la mujer se mostró impasible, a los tres hijos de la pareja, sentados junto a su madre, les costaba más contener la emoción. En dos ocasiones, su hija, Caroline Darian, abandonó la sala entre lágrimas y temblores.
El presidente del tribunal, Roger Arata, explicaba en ese momento los fotomontajes en los que Darian aparecía desnuda. Las imágenes se encontraban en una carpeta de la computadora de su padre, de 71 años, llamada "Sobre mi hija, desnuda".
"Caroline tuvo que salir. Era absolutamente insoportable. Incluso si no han descubierto nada nuevo", explicó el abogado de los hijos y de la madre, Antoine Camus, para quien el trance de este martes era "duro", pero "necesario".
Gisèle P. y sus hijos se opusieron con éxito el lunes a la petición de la fiscalía y de una parte de la defensa que quería que este caso emblemático de las violaciones con sumisión química se celebrara a puerta cerrada.
Tras regresar de nuevo a la sala, Darian se detuvo unos segundos ante el banquillo donde están los 18 acusados en prisión preventiva, pero ninguno cruzó su mirada, tampoco su padre al que ahora solo llama "progenitor".
La mujer, quien publicó en 2022 un libro titulado "Y dejé de llamarte papá", "quería sostenerle la mirada mucho tiempo para ver hasta dónde podía llegar en sus negaciones", explicó el abogado Camus.