Como señalaba en la columna anterior el oxígeno fiscal se acaba y la situación empieza a mostrar signos preocupantes. Este lunes 26 de julio en una nueva emisión de Letes el gobierno colocó USD25.6 millones para pagarlas en un plazo de solo 6 meses a una tasa de 7.2%, pero además en una negociación inusual colocó apenas USD585 mil (en términos de los montos del presupuesto es un monto insignificante) para pagarlos a un año a una tasa de 7.5%, una tasa altísima. Esto podría ser una señal de que la crisis de liquidez se va a agravar de forma más rápida.

¿Cuáles opciones tiene en la mesa el gobierno? Pareciera que todos los caminos llevan a una reforma de pensiones, tanto por los enormes problemas del sistema actual (poca cobertura, inequidad, insuficiencia, entre otros), como por la urgencia del gobierno de contar con más recursos. Esto podría implicar desde la nacionalización total, la creación de una AFP pública que entre a competir con las AFP privadas u otro tipo de reforma como lo es el de las cuentas nocionales. Sin embargo, dado que los fondos de pensiones no están en dólares que puedan ser usados de forma inmediata, por más que se pudiera lograr algún alivio, no resolvería los problemas de las finanzas públicas.

Otra opción que están barajando es la de desdolarizar y emitir una moneda propia. Imagínese, por ejemplo, que en septiembre el gobierno no tiene dólares para pagar los salarios de los trabajadores públicos, o los proveedores o la deuda interna. Entonces emite una moneda tipo el “colon-dólar digital” y con ellos empieza a pagar esos compromisos. Hasta hace poco podría parecer una locura, pero El Faro reveló cómo los hermanos del Presidente que no son ni funcionarios, pero sí son quienes deciden, juegan con la política económica del país como quien juega Monopoly. Esto además de ser una aberración a cualquier sistema democrático, en términos económicos lejos de resolver los problemas fiscales del país los podría agudizar, porque si algo si requiere para que una desdolarización sea exitosa es: confianza, diálogo y certidumbre, algo que hasta ahora no existe.

¿Entonces no hay opciones? Por supuesto que sí y eso es importante tenerlo claro. Primero lo que se debe hacer de manera inmediata es derogar la Ley Bitcoin¸ esto permitiría reducir la incertidumbre y el riesgo país, con ello se podría lograr, junto a una estrategia inteligente, abrir nuevamente puertas para tener acceso a financiamiento.

Pero además la respuesta para salir de esta situación tan crítica, pasa por una reforma fiscal. Pero no cualquier reforma. La parte financiera no puede desligarse de la institucionalidad democrática. Por lo que de manera urgente es fundamental que se abandonen las prácticas autoritarias, se restituyan a los magistrados de la sala de lo constitucional que sufrieron el golpe del 1 de mayo, se elija a un fiscal independiente, a comisionados totalmente idóneos para el Instituto de Acceso a la Información Pública, se derogue la ley que da impunidad a quienes cometieron actos de corrupción durante la pandemia y se evite cualquier retroceso en la Ley de Acceso a la Información Pública. Asimismo, se evite cualquier reforma a la Constitución que no siga los mecanismos ya establecidos para su reforma.

Estos elementos son indispensables para que se pueda avanzar, a través de un diálogo democrático entre los diversos sectores, en un acuerdo fiscal integral. Donde será necesario mejorar los ingresos públicos con mayor justicia, contar con un gasto público eficiente, efectivo y transparente y, donde se pueda reestructurar la deuda pública. Esto con el propósito principal de garantizar el bienestar de toda la población y asegurarle todos sus derechos.

¿Una quimera? Quizá, pero estoy convencido que técnicamente y políticamente es lo que se debe hacer para que este país no entre en un coma autoritario y una crisis económica de una envergadura tan grave, cuyas consecuencias serán devastadoras. Todavía es posible evitar que el oxígeno fiscal se agote totalmente. Todavía es posible avanzar en una política fiscal que permita avanzar en la democracia y el desarrollo. Todavía es posible.