Es natural que la mayor parte de la población guarde silencio o sea indiferente por el rompimiento del Estado de derecho el 1 de mayo, porque para ellos desde hace mucho que el Estado ha estado roto al no garantizarles sus derechos. Pues tener comida en la mesa, agua potable para beber, medicina para sus enfermedades o educación ha sido y sigue siendo un privilegio. Han vivido en carne propia lo que es quedarse sin empleo, que desaparezcan a una hija, que metan a un hijo a la cárcel sin seguir el debido proceso y que las fuerzas de seguridad cotidianamente les golpeen su dignidad.

Ahora bien, de ahí a que el silencio o indiferencia, de las grandes mayorías, sea sinónimo de apoyo del accionar propio de un régimen autoritario, hay un mundo de diferencia. Sino recuerden cuando luego del 9F se usó toda la maquinaria para hacer una mega concentración de apoyo popular y donde el verdadero pueblo, sin comillas, ni se inmutó en llegar.

Luego de varios días las piezas se empiezan a acomodar y el circulo liderado por el presidente Bukele parece inclinarse por ubicar a Estados Unidos como el nuevo enemigo. Está claro que la popularidad del presidente Bukele es altísima, pero tengo mis serias dudas si esa popularidad está por encima de la conexión que tiene la sociedad salvadoreña con Estados Unidos. Y ni que decir de lo que implica para un país como El Salvador considerarse abiertamente enemigo de Estados Unidos.

Desde el Ejecutivo parecen estar dispuestos a quemar todos los barcos y naufragar porque sienten que cuentan con un salvavidas chino. Yo sigo creyendo que China aprovechará estos momentos para ganar terreno, aunque frente un conflicto muy fuerte no se posicionará y menos para proteger a personas específicas. Pero, seguramente yo estoy equivocado y ellos tienen perfectamente todo planificado y saben exactamente lo que van a hacer y lo que van a lograr, ¿no?

Ahora bien, ¿por qué en tan poco tiempo se pasó de decir que la más recurrente promesa a cumplir era restablecer, mejorar e incrementar nuestra relación con Estados Unidos a llevarla a su peor momento desde la era democrática? Quizá la respuesta esté aparejada al porqué de manera tan súbita se destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal General de la República. Y el influyente Senador Leahy da una pista de lo que podría ser la repuesta clave: «[…] es importante mencionar que, previo a su destitución, el Fiscal General Melara estaba investigando con el apoyo de los Estados Unidos una serie de casos de corrupción que implican a altos funcionarios gubernamentales, incluyendo un caso multibillonario de lavado de dinero».

Por ello, aunque se podía advertir la venida de un tren autoritario, dudo que alguien hubiera imaginado que sería de tan alta velocidad. Sin embargo, los rieles están viejos y no aguantan, por lo que al menos que el piloto se haya preparado adecuadamente para esto, el tren se puede descarrilar o incluso chocar. Adicionalmente, cuando todas las energías se utilizan más para autoprotegerse que para gobernar y solucionar los problemas de las personas, más temprano que tarde esa popularidad empezará a caer.

Aparte de de las siguientes respuestas de Estados Unidos, lo que definirá la sostenibilidad de este proyecto político es el financiamiento que cuente para ello. Estas dos semanas se han aprobado $1,500 millones en préstamos que les permitirá financiar algunas cosas, pero que se quedan cortos para las enormes demandas de recursos que se necesitan para los siguientes años. Asimismo, seguir usando únicamente deuda pública es sinceramente insostenible. Por lo que es inevitable, en este contexto, una reforma fiscal. Donde de diseñarme mal y aprobarse sin la debida discusión, puede acabar con cualquier apoyo popular. Estamos en la fase donde el discurso debe transformarse en acciones, pues el desempleo, la pobreza y el hambre necesitan respuestas concretas, de lo contrario ese silencio y esa indiferencia de la mayoría de la población muy pronto se transformará en rechazo. Y lo único que quedará entonces será el vagón de la represión.