Es más fácil (o no) hablar con las portadas de los días siguientes, los miles de tuits, post en Facebook, mensajes en WhatsApp y videos en YouTube y TikTok. Aunque son múltiples las razones de porqué los resultados del 28 de febrero, hay uno que me gustaría traer a colación: los resultados de las elecciones no pueden desligarse de los resultados del modelo económico. Desde hace muchos años se ha advertido que el modelo económico ha fracasado en el país, no solo por sus bajas tasas de crecimiento económico, sino por sus altos niveles de exclusión y desigualdad.

Quizá para muchos resulte un despilfarro de recursos andar entregando canastas de alimentos, especialmente en lugares que no se necesitan, lo que además refleja la falta de planificación e incluso improvisación. Sin embargo, los datos dan cuenta que en este país millones de personas padecen de inseguridad alimentaria, es decir hay millones de personas que no tienen que comer o comen menos de lo que necesitan.

Haber entregado una transferencia monetaria de $300 a un hogar, puede encajar para algunos en una clara muestra de populismo, porque se tiene el privilegio de contar cada mes con ingresos suficientes para vivir dignamente. Pero cientos de miles de personas nunca en su vida habían recibido una cantidad de esa magnitud, porque sus salarios son de hambre.

Entregar computadoras nuevas de calidad podría considerarse un acto propagandístico, en un país donde ni siquiera se tiene un plan de educación, pues según las autoridades, no se pudo imprimir por la emergencia del covid-19. Sin embargo, eso es irrelevante para quienes estudian en escuelas públicas y toda su vida han vivido en carne propia como lo público ha sido sinónimo de mala calidad, donde incluso imprimir un documento, es prácticamente un privilegio.

Porque, aunque se pueden enumerar las enormes deficiencias y casos de corrupción entorno al sistema de salud, para unas personas que estaban acostumbradas a que se les atendiera en las peores condiciones, recibir un kit de medicamentos y que además se les llame para saber como siguen, al ser casos sospechosos de covid -19, ha significado un cambio. Lo que quiero decir es que, para la mayor parte de las personas, el Estado solo se hacía presente cuando un cuerpo de seguridad golpeaba a un joven o cuando había que enterrar a un anciano. Ahora con lo que han recibido es un enorme cambio. No importa que no sea bajo la lógica de garantía de derechos, no importa que haya casos de corrupción de por medio, no importa que sea parte de la propaganda, no importa que la democracia esté en riesgo. No importa.

Sin embargo, para poder mantener estos proyectos que se ha impulsado desde el Ejecutivo y para resolver integralmente los problemas, más allá de ponerle parches, uno de los puntos medulares es el financiamiento. Y es ahí donde está el talón de Aquiles de este gobierno. La situación fiscal es grave y pensar que solo a través de deuda se puede seguir financiado es inviable. Por lo tanto, tendrá que responder una pregunta que hasta ahora se ha esquivado: ¿qué tipo de reforma fiscal hará? Dejo por descartado que el escenario es no hacer nada, porque ese es un escenario kamikaze.

No es casualidad que una vez se han conocido los resultados de las elecciones, las autoridades de Hacienda públicamente han aceptado, algo que habían mantenido en secreto: se está negociando con el Fondo Monetario Internacional un Acuerdo de Servicio Ampliado (SAF). Además, se acepta que se impulsará una reforma de pensiones y que se revisarán las tarifas del servicio de agua y alcantarillado, incluyendo el esquema de subsidios.

Cada uno de estos temas merecen ser abordados con mayor profundidad e intentaré hacerlo en próximas reflexiones. Pero quiero reiterar algo: la política fiscal es la columna vertebral de cualquier sociedad. Este gobierno ya sabe lo que los gobiernos anteriores hicieron y más allá de estos proyectos que ha echado andar y son tangibles, no ha habido un cambio en el modelo económico ni de política fiscal, ¿corregirá? Muy pronto lo sabremos.