El excoronel Montano frente a la Adudiencia Nacional, ayer. / DEM


El exteniente René Yushsy Mendoza, ratificó ayer ante la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de España, que el Alto Mando de la Fuerza Armada ordenó asesinar a los sacerdotes jesuitas el 16 de noviembre de 1989.

El testigo dijo que previo a la ejecución de la matanza ,los miembros de la denominada “ La Tandona” tuvieron una reunión con el entonces presidente de la República, Alfredo Cristiani, de quien no recibieron ninguna contraorden para detener la masacre.

En su testimonio, Mendoza sostuvo que él no estuvo en esa reunión donde se planificó asesinar al padre Ignacio Ellacuría y demás jesuitas que fueron masacrados, pero que el coronel Guillermo Alfredo Benavides, quien era su jefe inmediato y encargado de la operación en la universidad Centroamericana (UCA) le informó que había orden de no dejar testigos.

“El coronel Benavides mencionó que de todo eso, que todo el contenido de la reunión le iban a informar al presidente Cristiani, quien se encontraba en camino hacia el Estado Mayor en ese momento, y que si el presidente se oponía o daba una contraorden iban a comunicarlo”, declaró Mendoza.

Según el exmilitar, en la reunión celebrada la noche el 15 de noviembre de 1989, en la que estuvo el excoronel Inocente Orlando Montano, se acordó asesinar a sindicalistas, dirigentes del FMLN y al padre Ignacio Ellacuría, pero que después los oficiales se dispersaron en grupos y René Emilio Ponce, quien era el jefe del Estado Mayor, se apartó con su círculo íntimo entre ellos, los coroneles Inocente Orlando Montano, Francisco Elena Fuentes y Juan Orlando Zepeda, para luego llamar a Guillermo Alfredo Benavides a quien personalmente le ordenó eliminar a Ellacuría sin dejar testigos.

Cuando Benavides regresó a la Escuela militar, el teniente José Ricardo Espinoza Guerra fue llamado para que presentara a esa sede, dijo el testigo. “Cuando vamos, el coronel Benavides le dice al teniente Espinoza, específicamente, que va ir a la UCA y que ha recibido la orden del Alto Mando de que tiene que eliminar a Ellacuría y que lo han designado a él (Espinoza) su unidad, que ellos ya han realizado el cateo, que cumplan la misión y que no dejen testigos, de que toda la operación está aprobada por el Alto Mando, que no tenga problema en ejecutarla y que incluso le van a notificar al Presidente y que si el Presidente dice que no, que si el Presidente detiene la operación iba a recibir una contraorden de parar la operación”, esa contraorden nunca surgió y Ellacuría fue asesinado junto a los demás jesuitas, que también fueron eliminados para no dejar testigos.

El juicio inició en junio pasado y se retomó ayer, mientras Mendoza atestiguaba, la Audiencia Nacional mostró el diario del coronel Benavides donde se plasmó la reunión del Alto Mando. / DEM


Mendoza mencionó que cuando Benavides les informó, entre los militares había temor de ejecutar esa misión ilegal ya que se trataba de ir asesinar personas civiles, pero nadie externó oposición para no hacerlo.

Y que en su caso le sorprendió que le ordenaran ir a la UCA para que participara de la operación, ya que él no tenía ninguna relación con el Batallón Atlacatl, pero que lo designaron porque en la reunión alguien sugirió que era conveniente que alguien de la Escuela Militar acompañara al teniente Espinoza Guerra y de preferencia un compañero de promoción.

El acusador particular le preguntó a Mendoza, ayer: “de acuerdo a lo que usted vivió, de la experiencia que usted pasó lamentablemente en aquellas 24 o 48 horas, ¿usted puede decir que el Presidente (de la República) lo consintió, aprobó y adoptó por tanto la decisión?, a lo que el testigo le respondió. “Según la orden del coronel Benavides, si no hubo contraorden es porque el Presidente tuvo que haberlo aprobado”.

Cuando salieron hacia la UCA a ejecutar a los jesuitas, el testigo dice que se les ordenó no utilizar las armas de equipo, sino que se les disparara con un fusil AK-47 que había sido proporcionado por el teniente coronel Carlos Camilo Hernández Barahona.

El testigo manifestó que tras la masacre, el coronel Benavides le ordenó guardar silencio. Agregó que los libros se destruyeron para que no sirvieran de prueba, otra evidencia que se alteró fue las armas, se decidió cambiarles los cañones.

El testimonio de Mendoza contradice lo afirmado por Montano en su declaración como acusado en el juicio, en la que sólo respondió a las preguntas de su defensa. Aseguró que él no dio la orden de matar a los jesuitas, que “no tenía nada personal” contra el religioso vasco Ellacuría y que “no hubo nunca pretensiones de hacerle daño” a él o a la Iglesia o a la UCA.

 

Montano escuchó ayer los testimonios en España. Él es el único acusado. / DEM