Mariano Jabonero, consultor experto en educación y secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) aboga por la digitalización de la escuela y propone mudarse a un “sistema de educación híbrido”, que combine las clases presenciales y virtuales; y que además de la entrega de computadoras, se potencien los contenidos de calidad, formación docente y evaluación.

Para asegurar la transición a este sistema, adelantó, la cooperación española y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) alistan un proyecto de 1.5 millones de euros ($1.8 millones) para El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica y República Dominicana, “los países más golpeados por la pandemia”.

 

¿Qué lecciones dejó para el sistema educativo la pandemia del covid-19?

Lo que se ha puesto de manifiesto con la pandemia es que la situación en la región es mucho más problemática y mucho más desigual de lo que creíamos. Pensábamos que nuestros sistemas educativos, de salud y otros estaban mejor ahora, pero la realidad es que son mucho más desiguales entre un sector de la población y otro, en lo que llamamos la brecha digital.

El punto es que muchos de estos servicios de todo tipo se prestan ahora de formas digitales, y resulta que 46 millones de familias en la región no tienen ningún tipo de conectividad, por lo tanto no pueden acceder a una oferta educativa, social o de tipo sanitario a la distancia.

En términos redondos, según la CEPAL, más del 50 % de los niños y jóvenes no han podido seguir ningún tipo de atención educativa por esa carencia, por esa brecha digital que termina siendo una brecha educativa y una brecha social. La pandemia ha sido el evento que ha servido para transparentar una situación de injusticia y desigualdad muy acusada.
“La recomendación es muy básica y todos coincidimos en ello: hay que construir un sistema educativo muy distinto al anterior. No podemos volver a la inercia del pasado, porque es injusto y desigual”.

¿Qué sucede entonces con los niños que no tenían recursos para habituarse a esta modalidad virtual y han abandonado el estudio?

El día 12 de marzo del año pasado se confinaron en sus domicilios unos 180 millones de niños y jóvenes, que dejaron de recibir educación presencial, el tipo de educación más rica en la que comparten, maduran y generan relaciones interpersonales. De esos 180 millones, posiblemente la mitad (90 millones) se quedaron con la educación interrumpida. La educación a distancia no era posible porque sus hogares estaban desconectados, porque no tenían recursos en sus casas y porque sus colegios no tenían programas de educación virtual promedio. Esto exacerba las desigualdades, ante lo cual, la única reacción de los gobiernos debe ser conseguir una cobertura digital completa en todos los países, recuperar aprendizajes de estos chicos, y recuperar a todos aquellos que se van a ir de la escuela y posiblemente no vuelvan nunca más. Se ha calculado que más de 17 millones no regresarán nunca a la escuela. Estos chicos van a terminar siendo víctimas del trabajo precario, que al final les lleva a ser víctimas de una situación de compensación familiar y eso les imposibilite volver a la escuela.

 

¿Cuáles son las recomendaciones para tratar de reducir esta brecha? ¿Es algo inevitable?

La recomendación es muy básica y todos coincidimos en ello: hay que construir un sistema educativo muy distinto al anterior. No podemos volver a la inercia del pasado, porque es injusto y desigual: están aquellos con oportunidades para recibir educación presencial y a distancia, especialmente los hijos de familias de renta más alta y que asisten a escuelas privadas; y otros, que solo pueden asistir de forma presencial, nunca a la escuela a distancia. La solución es un modelo híbrido, un futuro diferente por completo, en el que todos y todas por igual reciban una doble oferta educativa, tanto presencial y a distancia. Esto supone una transformación digital muy importante, y una transformación digital que la escuela con el conjunto de la sociedad que habrá que vivir, y que será la oportunidad a partir de la pandemia. Eso sí, los gobiernos deben hacer un esfuerzo por esa transformación digital; y los maestros y maestras para hacer un esfuerzo y ponerse a la altura de los tiempos.
“La estrategia de recuperación debe estar orientada a desarrollar hábitos complementarios de lectura. También se necesita de hábitos de salud emocional. Los chicos han estado aislados en sus hogares y van a regresar a convivir”.

¿Cómo se llega a este sistema que usted plantea? En El Salvador se ha apostado por un aumento al presupuesto de Educación y la compra masiva de equipos, computadoras. ¿Esto garantiza cerrar la brecha digital?

La solución no es entregar masivamente equipos de computadora, la solución es digitalizar la escuela. No es algo que se deba confundir: puede que a cada niño de una escuela se le entregue una computadora, pero si la escuela no tiene internet, dígame usted ¿de qué va a servir? Para nada. Dígame usted ¿de qué va a servir si la computadora no tiene contenidos educativos? ¿De qué sirve eso si las personas no están capacitadas para usar estos equipos y medios digitales? Debe ser un proceso integral, y es lo que siempre ha planteado la OEI en los países de América.

Debe ser un conjunto de elementos como el equipo, por supuesto; la conectividad; la capacitación ─y voluntad─ de los docentes, además de contenidos digitales, un sistema de monitoreo, de gestión y evaluación. Eso es un sistema educativo transformado digitalmente. Un componente solo no va a ninguna parte. Y con el tema del presupuesto a la Educación, la CEPAL ya lo ha dicho: el incremento no es una cuestión de cantidad, si no de calidad en la inversión. Una inversión en transformación digital no es costosa, hay cosas que son más costosas que esto; es una inversión que supone un incremento pero tiene un efecto multiplicador muy fuerte.

 

¿Por qué se destaca también la parte de evaluación? ¿No es suficiente implementarlo y que dé resultados?

Es indispensable. Hay una frase que es todo un tópico quizás, es clave: lo que no se evalúa, se devalúa. Hay cierto temor en (el sector de) educación, y es algo que nos preocupa, hay un temor casi atávico a evaluar. Es curioso que el sector que más evalúa, constantemente, es que está reacio a evaluarse. Y hay otro principio democrático: es esencial rendir cuentas a la población. Los ciudadanos, con sus impuestos, pagan un servicio. Ellos tienen derecho a saber cómo funciona este servicio, y que no es cualquier servicio: es un derecho fundamental, no un derecho prestacional; es inherente a la persona humana. Los mejores sistemas del mundo son los que están constantemente siendo evaluados.

 

¿Qué deben hacer los gobiernos para recuperar todo el contenido que dejó de impartirse o no se recibió bien por parte de los estudiantes?

El cerebro de los niños y niñas es sumamente plástica y tiene una gran capacidad para asumir nuevos contenidos y aprendizajes. La forma de hacer esto es reforzar aprendizaje, materias complementarias, ejercicios de desarrollo: hay una práctica con potencial ilimitado, que es la lectura. La estrategia de recuperación debe estar orientada a desarrollar hábitos complementarios de lectura. También se necesita de hábitos de salud emocional. Los chicos han estado aislados en sus hogares y van a regresar a convivir; necesitan estar juntos, hablar, discutir, disentir incluso. Eso es fundamental para ellos y la pandemia lo ha afectado.
“No es un proyecto para comprar cosas; si no para integrar: para integrar el equipo, la conectividad, contenidos educativos digitales, formación docente, gestión, evaluación; es todo. Ya está aprobado para la República de El Salvador”.

¿Tiene la OEI una estimación de cuánto se ha perdido a nivel de aprendizajes?

Hicimos un estudio al inicio de la pandemia, en el que se hablaba de una pérdida de hasta un 15 % de los aprendizajes. Esa cifra la daría yo condicionada porque revelaremos un estudio el mes que viene, tenemos un seguimiento diacrónico en el tiempo más complejo y veremos cuál es la pérdida total. Un chico o una chica que ha perdido más aprendizajes, ocupará un puesto de trabajo con menos prestaciones. Nos estamos exponiendo a tener un país con un menor nivel de productividad.

 

¿Qué proyectos tiene la OEI para apoyar al Ministerio de Educación en El Salvador?

En toda la región, tenemos un proyecto para la reducción de la brecha digital que se va a aplicar inicialmente en algunos países de la región, que será financiado por la cooperación española, la OEI, el BID (Banco Interamericano de Desarrollo). Los primeros países que participarán de este proyecto son El Salvador, Honduras y Guatemala, Costa Rica y República Dominicana. Es un proyecto que cuenta con un presupuesto inicial que aún estamos cerrando, se dará a conocer el 26 de abril.



¿Qué tipo de proyecto es?

Es un proyecto de apoyo para la superación de la brecha digital. Como decía antes, insisto porque es fundamental: no es un proyecto para comprar cosas; si no para integrar: para integrar el equipo, la conectividad, contenidos educativos digitales, formación docente, gestión, evaluación; es todo: y si no es todo, son parches. Ya está aprobado para la República de El Salvador, y es un proyecto regional.

 

¿Cuáles fueron los parámetros con los que se escogió en qué países van a trabajar?

Han sido los países que tuvieron un mayor efecto negativo tras la pandemia. Siempre la cooperación actúa sobre aquellos que más lo necesitan; e incluso en el caso de Centroamérica, donde también impactaron los huracanes.

 

¿A cuánto asciende esta cooperación?

El proyecto inicial del que estamos hablando es de 1.5 millones de euros, que es la fase inicial. De momento no me atrevo a decir cuánto más en las próximas fases, pues todavía estamos en conversación.

 

El perfil


Mariano Jabonero, secretario general de la OEI

Mariano Jabonero es licenciado en Filosofía y en Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como consultor y experto de la UNESCO, PNUD, OEA y OEI. Fue profesor en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid y es autor de numerosos artículos, conferencias y textos, especialmente referidos a la educación. Actualmente, es secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).