Cuando la jueza concedió la última palabra la madre de Jocelyn Milena Abarca Juárez, en medio de lágrimas y con la voz cortada, pidió justicia; mientras que Ronald Atilio Urbina Velásquez, quien seguía el juicio en su contra de manera virtual desde el penal La Esperanza a través de un monitor se echó a llorar y dijo ser inocente e hizo énfasis en que amaba profundamente a la joven. Según Ronald él era incapaz de hacerle daño a su compañera porque la adoraba.

Al final y tras valorar las pruebas de cargo y descargo, la Jueza del Juzgado Especializado de Sentencia para una Vida Libre de Violencia y Discriminación contra la Mujerde San Salvador, condenó a Ronald Urbina, de 35 años de edad, a 50 años de prisión por el feminicidio agravado de su compañera de vida Jocelyn Abarca, de 25 años.Además le impuso el pago de 13 mil 60 dólares en concepto de responsabilidad civil.

Jocelyn fue asesinada de 35 puñaladas el 4 de julio de 2018 y su cuerpo desmembrado fue encontrado en dos quebradas metropolitanas, una en Antiguo Cuscatlán y otra en San Salvador. Ronald, quien cometió el horrendo crimen en la vivienda que ambos compartían en una vivienda de Soyapango, estuvo junto al cadáver al menos un día, antes de desmembrarlo, tomar el vehículo de su víctima e ir a lanzarlo a las quebradas. El sábado 7 de julio, tras ser reportada como desaparecida, las partes del cuerpo fueron encontradas.

Los amigos y parientes de Jocelyn se preocuparon por su desaparición y comenzaron a escribirles por redes sociales. Ronald, que se había quedado con el teléfono de la joven respondía haciéndose pasar por ella, lo que añade dolo al abominable asesinato.

Días antes del crimen la pareja había discutido y la joven, egresada de Psicología, habría expresado a personas de su confianza que ya no soportaba esa situación y que pretendía separarse de su pareja. En el juicio se conoció que las discusiones violentas de la pareja eran de siempre. Se habían acompañado desde que ella tenía 18 años y él 26 y desde entonces hubo maltrato por cualquier circunstancia. Ella tenía un buen trabajo y ganaba el triple que él, pero Ronald, según quedó establecido en el juicio, le quitaba el salario y era él quien decidía cómo se gastaba. En otras palabras, además de la violencia intrafamiliar, hubo violencia patrimonial.

La conducta de Ronald es enfermiza y despreciable, más que bochornosa. En otros países donde existe la pena capital probablemente la sentencia hubiese sido la pena de muerte y una dura lección para la sociedad. En el país, en los últimos años llevamos muchas condenas de feminicidas y en casi todos los crímenes el patrón es el mismo. Violencia física acompañada de violencia patrimonial sustentada por una formación errada.Hombres que consideran a la mujer como objetos suyos a los que puede imponer su “fuerza”, sus instintos, sus deseos, su “poder” y su “privilegio” de ser “macho”.

Desconozco la intimidad de la familia de Ronald, pero muchas veces esa conducta misógena es fomentada o formada en el seno familiar. A veces a los hombres se nos enseña que somos privilegiados y “superiores” y a las mujeres se les enseña que nacieron para servir y obedecer al hombre. Ese sistema arcaico de formación familiar avalado por sectores de la sociedad hace demasiado mal. A los seres humanos hay que enseñarles en la teoría y la práctica que nadie es más que nadie bajo ninguna circunstancia, mucho menos por el género.

Por lo anterior es elogiable el fallo de la jueza, en el sentido de dejar por sentado que enviará un oficio a las autoridades del Ministerio de Educación, recomendando que a partir del otro año se incluya en las clases la asignatura de Género, con el firme propósito de fomentar desde la niñez un respeto hacia la persona independientemente de su género. Y yo le incluiría que también hay que recomendar que desde la educación básica se imparta transversalmente clases de derechos constitucionales, para que desde la niñez y adolescencia conozcamos sobre nuestros derechos. Muchos ahora aplauden a quienes violan los derechos sagrados plasmados en nuestra Constitución porque son manipulables pues desconocen lo mínimo de sus derechos

Definitivamente hay que impartir clases de Género y Derechos Constitucionales para evitar más atrocidades como los feminicidios y otras violaciones. Por ahora descansa en paz Jocelyn. Se hizo justicia.