Una encuesta de la organización no gubernamental Save the Children decía esta semana que siete de cada diez estudiantes sentían que no habían aprendido lo suficiente durante sus clases en línea durante estos meses de pandemia. Y aunque la muestra de este sondeo era bastante pequeña y limitada geográficamente, la cifra es contundente y genera profundas preocupaciones sobre el impacto de la pandemia en la educación.


Si uno escucha a los niños y jóvenes desde la educación preescolar hasta la universitaria, la queja es generalizada y bastante similar al sondeo. Hay que decirlo con franqueza, nadie estaba preparado para esta realidad, ni los profesores ni los alumnos. Ni técnica ni psicológicamente había preparación al respecto y si a eso se suman los enormes problemas de conectividad que sufren


miles de salvadoreños, la situación es más grave aún.


No es un problema exclusivo de El Salvador y ayer un experto internacional habla de una década pérdida en educación para América Latina debido a la pandemia. Esto implica que a nuestros históricos problemas de pobreza y bajos niveles educativos, hay que sumarle las consecuencias de la pandemia, la baja calidad de la enseñanza, los problemas de conectividad y la falta de materiales educativos apropiados.


El Ministerio de Educación ya prepara el regreso a clases presenciales a finales de febrero próximo, lo que constituye un enorme desafío ya que la pandemia continuará seguramente afectándos y la vuelta a clases -como ha pasado en Nueva York, por ejemplo- seguramente traerá consigo un repunte de contagios. Pero la vida tiene que continuar y nuestros niños y jóvenes necesitan mejorar su nivel educativo, ese es el mayor reto de todos.