La semana anterior se conmemoró el “Día Internacional y Nacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, que se estableció cada 25 de noviembre desde 1993 por las Naciones Unidas; en nuestro país fue un día y semana de eventos, desayunos, seminarios, hoteles y más, mientras las estadísticas no pararon.

La violencia contra la mujer en El Salvador no es una moda ni es un mito, es real. Se convierte en una verdadera enfermedad y epidemia dentro de nuestra sociedad, y por la condición de ser mujer, como una consecuencia histórica de su discriminicacion y menosprecio, es que se sufre en la práctica cada día, cada hora, y que se extiende a casi todas las esferas de nuestra sociedad.

Luego de los feminicidios de 2017 y 2018, algunos más mediáticos que otros, se logró el objetivo de la palabra “feminicidio”. Hay que posicionarlo pública y políticamente para hacer reaccionar a un Estado sobre sus deudas, y cómo enfrentarlas para eliminar estas expresiones que son contra las niñas, adolescentes y mujeres salvadoreñas.

El esquema de nuestras familias, cuyo centro ha sido el hombre, cultura patriarcal ha generado violencia no solo contra la mujer sino contra otros hombres y contra él mismo, convirtió a la mujer para muchos hombres en una figura de objeto, cosificándola, y pensando en su mente y acciones que es de su propiedad.

A esta figura patriarcal histórica salvadoreña le pertenecían y pertenecen, en algunas familias en la actualidad, los bienes materiales de toda la familia. La mujer pasaba y sigue pasando del esquema de dominio de su papá a manos y control del esposo, relegándola en muchos casos a tareas de la casa y su función reproductora.

En los últimos dos años, existen avances qué hay que reconocer pero han sido reactivos como consecuencia de los feminicidios y no por cumplimiento a la LEIV; ha tenido que ser a costas de mujeres asesinadas, como violencia extrema.

Al cierre de noviembre 2019, el promedio de asesinatos de mujer registra una disminución considerable superior al 50 % en relación a los últimos cinco años, con un promedio de 0.6 asesinatos de mujeres diarios en el presente año. Es un importante avance, pero no es suficiente. Unas 210 mujeres asesinadas al cierre de esta columna reflejan que las diferentes expresiones de violencia y sufrimiento de la mujer salvadoreña tienen consecuencias de asesinato, es inaceptable. La FGR y PNC tiene importantes avances en capturados y condenados de más 6,600 casos de denuncias este 2019, y 1,125 condenados, pero la cifra negra de casos es grande.

Se requiere trabajar una política nacional de Estado salvadoreño con énfasis en la educación de la primera infancia y educación inicial, capacitar, educar y adiestrar a la familia, programas de atención a niñas, adolescentes y mujeres víctimas, y trabajar con los hombres, quienes seguimos sin una institución que se preocupa por ayudarnos a corregir, desaprender y reeducarnos. Solo las iglesias en todo el país desarrollan esta labor pero tampoco ha sido suficiente. Para este próximo año menos eventos y comidas , y más trabajo en la familia y comunidad.