Antes de las vacaciones de Semana Santa, el Banco Central de Reserva actualizó sus estadísticas y confirmó lo que se había venido advirtiendo desde hace mucho tiempo atrás. La caída de la producción de 2020 fue de -7.9%, una caída que no se observaba desde los inicios de la guerra, adicionalmente El Salvador cerró el año en recesión, como la mayor parte de las economías mundiales. Este número, sin embargo, esconde que esta crisis económica no ha golpeado por igual a los distintos sectores económicos o a los diferentes grupos de la población. Por ejemplo, quienes peor la han pasado en el sector privado son las micro, pequeñas y medianas empresas y; en el caso de las personas han sido las mujeres, los niños y las niñas.

No obstante, para 2021 las previsiones oficiales son que la economía crecerá entre 5.0 y 6.0%, un crecimiento importante, fruto de lo que se conoce como rebote económico, pero que implicará que alcanzar los niveles de producción de 2019 se hará posiblemente hasta en 2022. Adicionalmente los organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional pronostican tasas de crecimiento menores para este año, en torno al 4.0%.

Un factor que ayudará a El Salvador es que todo apunta que la economía mundial se recuperará este año. Y especialmente importante el crecimiento que tendrá Estados Unidos que tendría un crecimiento de 6.5%, lo que significaría que su economía se recuperaría este 2021. También en el país puede ayudar el proceso de vacunación que se está llevando, que todo pareciera indicar que lo pondrá en una posición privilegiada respecto a sus pares centroamericanos.

Sin embargo, a pesar de estos aspectos positivos un factor que se debe tener en cuenta es el aumento del precio del petróleo, que ya se ha visto traducido en un aumento de los precios de los combustibles, pero también de otros productos de la canasta básica, ¿en el último mes ha percibido como algunos productos han aumentado de precio? Eso se conoce como inflación y provoca que, si los salarios no aumentan, la capacidad de compra de las personas se reduce.

Ahora bien, más allá de estos factores externos, las grandes incógnitas en el país están a nivel interno. El 4 de junio de 2020, el presidente Bukele textualmente dijo «[…]nosotros vamos a tener un plan económico post crisis, en donde sorprendamos no solo a nuestro pueblo, sino también al mundo entero». Hasta este día dicho plan no se conoce públicamente. No sé si la sorpresa es que no hay plan. Lo cierto es que si una persona o un inversionista quiere conocer cuáles son las prioridades de este gobierno y las medidas de política económica que adoptará, la respuesta que encontrará es: incertidumbre.

A esto hay que sumársele otros factores como los de la transparencia y el de la institucionalidad democrática. Para muchos la economía debe de separarse de la transparencia y de la democracia, pero la historia ha mostrado que es un error hacerlo. Centroamérica tiene varios ejemplos de ello. En Nicaragua, que incluso algunos la llegaron a poner como ejemplo de la región, una crisis democrática condujo a una crisis económica de la cual no han podido salir. Por lo tanto, una estrategia de crecimiento económica también pasa por abandonar cualquier practica autoritaria que pueda afectar la atracción de inversiones y la generación de empleo de calidad.

Adicionalmente en el caso específico de El Salvador, su recuperación económica dependerá de las medidas que adopte, o no, para corregir la critica situación fiscal. ¿Logrará un acuerdo con el FMI? ¿Cuáles serán las medidas que adoptará en impuestos, gasto público y deuda? ¿Reformará el sistema de pensiones? ¿Se decantará por una negociación con China?

Ahora bien, hasta acá solo he hablado de crecimiento económico, pero cualquiera que ha estudiado economía sabrá que una de las primeras lecciones que se recibe en la universidad es que crecimiento económico no es equivalente a desarrollo. Y la duda que tengo es ¿tiene clara esa diferencia entre crecimiento y desarrollo, este gobierno?