Archivo DEM-AFP


El domingo 20 de junio de 2010 la violencia en El Salvador había provocado un profundo zarpazo y la opinión pública estaba alarmada con la masacre de 17 personas en dos letales ataques a microbuses en el populoso municipio de Mejicanos.

El más letal de los atentados ocurrió cuando un grupo de pandilleros del Barrio 18 desvió, ametralló e incineró un microbús de la ruta 47 con sus pasajeros dentro, de este ataque 14 personas más resultaron heridas.

Por esta matanza las autoridades condenaron en 2013, a 66 años de prisión, a Gustavo Ernesto López Huezo, alias “Tavo” o “Fox”, a quien encontraron culpable de haber ordenado incendiar el microbús como represalia por la muerte de otro pandillero en una zona controlada por la Mara Salvatrucha.
¿Pero qué pasó esa noche?

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Según las investigaciones que ligaron a López Huezo, el ahora condenado ordenó al motorista del microbús a desviarse de la ruta y después lo habría asesinado con un revólver calibre 38, también las autoridades los hicieron responsable de haber transportado la gasolina que se usó para la quema del microbús.

Según el fiscal que llevó la investigación, López Huezo ordenó incinerar el microbús con sus ocupantes en represalia a que el 19 de junio, un día antes, miembros de la Mara Salvatrucha habían asesinado a su cuñado quien también era integrante de la pandilla 18 y era conocido como “Crayola”.

El día de los hechos el Hospital Zacamil se convirtió en un reflejo de la tragedia al recibir a varios de los sobrevivientes y algunos fallecidos por balas y graves quemaduras.



Testigos de esta tragedia contaron que pandilleros vestidos de negro, detuvieron el microbús en Mejicanos y en fracciones de segundos esparcieron galones de gasolina en su interior, con los pasajeros en su interior y les prendieron fuego. Murieron asfixiados y calcinados por las llamas.

Para el reconocimiento de las víctimas se requirió el análisis de pruebas de ADN.

El mismo domingo y en el mismo municipio de Mejicanos otro autobús fue igualmente detenido por desconocidos, uno de ellos entró a la unidad de transporte y comenzó a disparar con un fusil automático. Mató en el acto a un adulto y a dos menores de edad.

El presidente de ese momento, Mauricio Funes, dijo a periodistas que “a mí me estremece, el hecho de ayer no tiene comparación con otros hechos… me parece un acto que busca generar terror, es un acto de terrorismo puro”.

Un extremismo que logró atraer las condenas de la comunidad internacional que pidieron la detención de los responsables de la matanza y te externaban la preocupación porque el Gobierno no lograba controlar la violencia endémica en el país.