Cientos de manifestantes se congregaron el viernes ante una universidad de Rangún, en la mayor protesta contra el golpe de Estado que depuso esta semana en Birmania al gobierno de Aung San Suu Kyi, mientras el ejército sigue arrestando a políticos y activistas.
Mientras [los militares] conserven el poder, no vendremos a trabajar. Si todos hacemos eso, su sistema se va a derrumbar". declaró Win Win Maw, profesor del departamento de Historia.
Los manifestantes, en su mayoría profesores y alumnos, realizaron el saludo con tres dedos levantados, un gesto de resistencia, y cantaron una música que se hizo popular durante la revuelta de 1988, violentamente reprimida por el ejército birmano.
Además, gritaron "¡Larga vida a la madre Suu!", en referencia a la líder de facto del gobierno depuesto que, según su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), se encuentra en "arresto domiciliario" en la capital, Naipyidó.
Funcionarios de varios ministerios dejaron también temporalmente de trabajar en la capital, siguiendo los pasos de abogados y médicos que la víspera participaron en las protestas portando una cinta roja.
Trescientos diputados organizaron una sesión virtual para denunciar la toma de control del parlamento.
En Rangún, sus habitantes sonaron bocinas y golpearon cacerolas por tercera noche consecutiva para "expulsar a los demonios", los militares.
Unas 20 personas que habían manifestado su descontento el día anterior fueron condenadas a siete días de prisión. Cuatro estudiantes fueron acusados de manifestarse.
Decenas de detenciones
Los generales, que el lunes pusieron fin de forma abrupta a la frágil transición democrática del país, seguían deteniendo a personas, pese a las condenas internacionales.
El presidente estadounidense, Joe Biden, instó el jueves a los generales birmanos a "renunciar al poder" sin condiciones, mientras su administración se plantea imponer "sanciones específicas" contra los militares golpistas.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas expresó su "profunda preocupación" y pidió "la liberación de todos los detenidos".
El miedo sigue muy presente en Birmania, que ya ha vivido cerca de 50 años bajo un régimen militar desde su independencia en 1948.
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Pero desde las últimas represiones de 1988 y de 2007, la situación ha cambiado: los birmanos se sirven ahora de internet para resistir.
En Facebook, la puerta de entrada a internet para millones de habitantes, se crearon grupos que llaman a la "desobediencia civil".
Como respuesta, el ejército ha ordenado a los proveedores de internet del país que bloqueen el acceso a la plataforma. El viernes, sus servicios seguían perturbados.
El jefe del ejército, Min Aung Hlaing, que concentra la mayoría del poder, justificó el golpe alegando "enormes" fraudes en las legislativas de noviembre, ganadas de forma holgada por la LND.
Los militares, que instauraron el estado de emergencia por un año, han prometido elecciones libres al cabo de este período.