Tras una misa de canonización celebrada en Roma, los salvadoreños tienen a su primer santo, San Óscar Arnulfo Romero.

El papa Francisco ofició una misa en latín y el postulador de la Causa de los Santos, monseñor Giovanni Angelo Becciu, pidió canonizar a los siete beatos, entre ellos el salvadoreño. Becciu destacó, en la lectura de la biografía de Romero, que trabajó desde los 12 años y que al estallar el conflicto armado y político, el arzobispo de San Salvador constató los asesinatos de sacerdotes y monjas en el país.





A las 2:36 horas de la madrugada, hora de El Salvador, el papa Francisco pronunció la fórmula de canonización y declaró santo al primer salvadoreño, monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez. Posterior a eso ya se puede llamar santo, a quien por mucho tiempo los salvadoreños y extranjeros llamaran, de manera no oficial, "San Romero de América". A esa hora, las campanas de la iglesias salvadoreñas sonaron como símbolo de júbilo, al compás de cohetes.

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Inmediatamente, a las 2:40 de la madrugada (hora de El Salvador) el papa Franisco ordenó que se publique el decreto de donde aparecen los nombres de los nuevos santos de la iglesia católica.

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La celebración, donde participaron alrededor de 7,000 salvadoreños, tuvo lugar en la Plaza San Pedro en Roma, este 14 de octubre de 2018. En el altar una imagen de la Virgen María custodió las reliquias de los siete nuevos santos; la reliquia de Romero en Roma es un hueso, parte de una costilla que su hermano Gaspar Romero guardó desde la autopsia que le realizaron el 24 de marzo de 1980 y que fue entregada a la iglesia, luego de conocer que el arzobispo de San Salvador sería declarado santo.

Romero presente en su misa de canonización

El papa Francisco usó el cíngulo que tiene sangre del primer santo salvadoreño, Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, en la ceremonia de canonización.El cíngulo es una cuerda con la que los sacerdotes ciñen el alba a su cintura y la que usó el papa Francisco, es la que llevaba puesta el arzobispo salvadoreño, el día que fue asesinado, el 24 de marzo de 1980. También usó una casulla (prenda sacerdotal) de Pablo VI.

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¿Cuál fue el milagro que llevó a Romero a los altares?

Cecilia Flores de Rivas es la mujer que da testimonio del milagro que el santo salvadoreño hizo en ella.

Era el tercer embarazo de Flores de Rivas y su esposo, Alejandro Rivas. Había sido declarado de alto riesgo a causa de una preeclam­psia y a último momento fue diagnosticado con síndrome de Hellp.

Debido a que comenzó a inflamarse, los médicos del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) decidieron practicarle una cesárea de emergencia. A Cecilia se le elevó la presión a niveles muy altos y empeoró su inflamación, a tal punto que los médicos le practicaron un coma inducido para que sus pulmones y riñones se estabilizaran.

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El síndrome de Hellp es un grupo de síntomas que se presentan en las mujeres embarazadas que padecen hemólisis, elevación de enzimas hepáticas y disminución de plaquetas, el cual, se presenta durante el tercer trimestre del embarazo y algunas veces se manifiesta en la semana posterior al nacimiento del bebé.

Su esposo fue quien pidió la intercesión de Monseñor Romero por su salud, ella estaba en coma el 4 de septiembre y le dieron el alta el 10 de septiembre; los médicos dijeron que ingresó con una capacidad del 12 % de sus riñones y salió en cuestión de cinco a seis días, con un 70% de su capacidad en sus riñones.

¿Cómo conoció el Vaticano la causa de Romero?

Luego de prepararse en Roma, Italia, en causas de canonización en 1988, monseñor Rafael Urrutia comenzó un año después su trabajo para postular la causa de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, esfuerzo que hace dos años se alimentó con un milagro y que finalizará el próximo 14 de octubre, cuando el Papa Francisco proclame santo al único hombre cuyo nombre despierta emoción y lágrimas entre centenares de salvadoreños.


El estudio de la ortodoxia se tardó cinco años y el de la ortopraxis se llevó tres. Al final, el Vaticano determinó que la doctrina era católica y que la vida pastoral de Romero estaba en consonancia con la iglesia.


La causa sufrió posteriormente una dilatación. El proceso, según Urrutia, fue secuestrado para la doctrina de la fe. Romero fue reconocido como mártir pero el clero en el Vaticano no veía oportuno llevar el proceso hasta el final.


Fue hasta que el papa Benedicto XVI retira el bloqueo que comienza a escribirse una nueva historia. Tras su renuncia al pontificado, el papa Francisco suelta la causa para que llegue a la beatificación, misma que terminó reuniendo, el 23 de mayo de 2015, a centenares de salvadoreños en la Plaza al Salvador del Mundo.


Los primeros cinco años, el proceso avanzó con la misma rapidez que el fuego consume una tusa, tiempo después la causa sufrió un bloqueo.