Ya suman 40 años desde que nuestra Selección asistió por última vez a un mundial de fútbol. Millones de salvadoreños (más de la mitad de la población) no conocen el orgullo y la euforia que se siente en el alma y el corazón cuando se celebra una clasificación. Asistimos a dos mundiales; en 1970 cuando solo clasificaban 16 equipos y en 1982 cuando 24 países se hacían presente. Ahora van 32 y a partir de 2026 serán 44. Para mi gusto, demasiados.

¿Porqué fuimos a México 70 y a España 82?, simple y sencillamente porque tuvimos dos excelentes generaciones espontáneas y porque se jugaba por amor al fútbol y a la patria en canchas pésimas y bajo condiciones mínimas de profesionalismo, sin pensar tanto en el dinero y en los egos. Sin embargo, se perdió la oportunidad de la efervescencia mundialista para planificar el futuro de nuestro fútbol a partir de nuestra realidad. Dirigentes llegaron y se fueron sin aportar organización ni planificación. Algunos llegaron a lucrarse, otros a llenar sus currículos y egos. La mayoría llegó (y llegan) a estorbar.

Los salvadoreños hemos soportados tempestades, terremotos y toda suerte de fenómenos naturales. Hemos aguantado crisis económicas, auge delincuencial y todo tipo de convivencia adversa, pero siempre hemos salido adelante y dejamos a un lado las ideologías y las variopintas diferencias individuales para unirnos a través del fútbol. En el estadio, cuando juega la Selecta, el Himno Nacional lo gritamos más que cantarlo. Es el símbolo de unidad. Como aficionados ponemos lo nuestro y somos los menos culpables de lo mal que está nuestro fútbol.

Probablemente en 2026, con 44 selecciones compitiendo, tampoco estemos en el mundial que celebrarán México, Canadá y Estados Unidos. Las causas son múltiples. La más común y fácil de identificar sin mayor explicación es que se trata de un problema estructural, porque no contamos con infraestructura, bases, profesionalismo, dirigencia visionariay proyectos permanentes. Todo es cierto, pero hay situaciones tan particulares que van desde el biotipo de nuestra gente, lo cual es superable con inteligencia, habilidad y pundonor, hasta deficiencias de infra y superestructura.

Todos, en algo, tenemos la culpa de que nuestro fútbol no progrese. Desde luego algunos tienen más culpa que otros. Los aficionados a veces nos fanatizamos y creemos saber más que los técnicos y ser mejores que los futbolistas. El fanatismo nos hace a algunos violentos y opinamos de todo sabiendo poco. Al final a los aficionados tenemos licencia para opinar sin sentidos o para llorar o reír por un resultado de la Selecta. El fútbol es resultadista y opinamos con base ala inmediatez de un resultado.

Sin embargo, periodistas deportivos (medios de comunicación), dirigentes, futbolistas y entrenadores, esos si tienen culpa y mucha. Hay periodistas que saben todo sobre el Real Madrid, Barcelona, PSG, Bayern y otros clubesmultimillonarios de Europa. Hacen programas enteros hablando de esos equipos y “dando soluciones” a la “interna” (muletilla que usan) de esos clubes, pero cuando narran o comentan sobre el fútbol nacional, son incapaces de conocer a los jugadores de los equipos del interior del país o hablan barrabasadas. Basta escuchar sus programas. Se agarran tan en serio la “realidad europea” sin darse cuenta que en esos países ellos no existen. Se aprovechan de la fragilidad de nuestra conciencia para vernos como aficionados-mercancía. Que vayan a los países que clasificaron al mundial y se darán cuenta que ahí prioridad es el fútbol nacional. Los periodistas tienen mucho de culpa que haya aficionados salvadoreños que jocosamente digan “mi Barcita” o “mi Madrid”, incluso que se fanaticen hasta la violencia. No se trata de ignorar esos clubes, se trata de no fomentar el malinchismo alienante.

Los futbolistas, entrenadores y dirigentes son tan culpable por no prepararse, por no entregarse de lleno a su profesión. Hay futbolistas de la primera división que en sus tiempos libres juegan “charamuscas” por $40 dólares. Otros que se creen estrellas y viven un estilo de vida impropio de los futbolistas profesionales, técnicos incapaces de buscar o fomentar talentos o de innovar o capacitarse. Desde la lógica del consumismo, cualquiera que hable raro o sea diferente fenotípicamente hablando es un buen futbolista o excelente técnico. Los dirigentes de los clubes, tal vez por ahorrarse unos cuantos dólares traen jugadores extranjeros paquetazos o en proceso de retiro. El arbitraje nacional tiene culpa. La mayoría son deficientes y a veces hasta dejan la sensación que se equivocan adrede.

Dios quiera que me equivoque pero no veo a El Salvador en el mundial 2026... No, mientras no hagamos conciencia y cambiemos la mentalidad y planificación de nuestro fútbol... Ah, y que en la Selecta estén los mejores, sin importar si juegan fuera o en la liga local.