Este año marca un hito significativo en la historia de San Salvador y en la vida de sus habitantes: el 85 aniversario de Parque Cuscatlán, una joya urbana que perdura como puerta de entrada al Centro Histórico de la ciudad. En un mundo en constante cambio, donde el paisaje urbano se transforma a pasos agigantados, este parque se erige como un testigo silencioso de la evolución de la capital salvadoreña.

Cuando el Parque Cuscatlán abrió sus puertas hace 85 años, estaba situado en las afueras de la ciudad, en el corazón de un nuevo barrio llamado la Flor Blanca. En aquel entonces, su fundación representó más que la creación de un espacio recreativo; simbolizaba el espíritu de crecimiento y modernidad que definía a San Salvador. La zona circundante ha cambiado drásticamente desde entonces, pero la arquitectura que rodea al parque sigue siendo un testimonio vivo de otro tiempo, con un valor incalculable para quienes la habitan y la disfrutan.

El Parque Cuscatlán no solo es un lugar de esparcimiento, es también un custodio del Monumento a la Memoria y la Verdad y alberga la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué, ambos cuentan con el sello azul de la UNESCO por su valor histórico y cultural. Estos monumentos no sólo honran el pasado de El Salvador, sino que también educan y sensibilizan a las generaciones presentes y futuras sobre la importancia de la memoria colectiva.

Sin embargo, mantener viva la esencia del Parque Cuscatlán no es tarea fácil. A lo largo de los años, el espacio ha enfrentado diversos desafíos, desde el deterioro estructural hasta la presión urbana que amenaza su integridad. Es aquí donde entra en juego el compromiso inquebrantable de la Alcaldía de San Salvador y su alianza con FUNDAPARC, así como el apoyo de USAID, Glasswing International y otras fundaciones y empresas que colaboran con donaciones, pero también con activaciones que ayudan a dinamizar el espacio. Gracias a su colaboración y apoyo, el parque recibe hoy en día más de 780 mil visitantes que encuentran en este parque un verdadero refugio.

Los parques urbanos como el Parque Cuscatlán son activos inestimables para cualquier ciudad. No solo ofrecen espacios verdes para el esparcimiento y la recreación, sino que también promueven la salud física y mental de la población, fomentan la cohesión social y preservan la biodiversidad urbana. Son lugares de encuentro, de celebración y de conexión con la naturaleza en medio del bullicio urbano.

Su 85 aniversario de fundación es más que una fecha, más que una vuelta adicional al sol, es un regalo que traspasa generaciones, un símbolo de identidad y pertenencia para los habitantes de San Salvador. Su conservación y mantenimiento no son solo una responsabilidad de la administración municipal, sino un compromiso colectivo de toda la sociedad.

A medida que celebramos 85 años de historia, reflexionamos sobre el legado de Parque Cuscatlán y renovamos nuestro compromiso de protegerlo y preservarlo para las generaciones venideras. Que siga siendo un oasis de verdor y un refugio de paz en medio del ajetreo urbano, un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan para construir un futuro sostenible y lleno de esperanza. El mejor deseo que podemos expresar es que el Parque Cuscatlán continúe siendo el corazón verde de San Salvador y un lugar de cosas preciosas por muchos siglos más.