Era un lunes 28 de febrero de 1955 cuando en el Puerto de La Libertad recaló un barco, procedente de San Francisco, California, que entre sus pasajeros traía al estadounidense Edward Thimothy Fitzgerald, acompañado de su esposa salvadoreña Berta Dreyfuss y de una hija de ambos, de cuatro años. La fecha y el hecho podría ser una situación cualquiera, pero no lo fue. Aquel acontecimiento fue histórico, trascendental y vital porque fue el inicio de una luz de esperanza que asomaba en el horizonte para muchos.

Pronto, Mr. Eddie, como fue conocido, se dio cuenta que estaba en un país donde cualquier circunstancia era motivo para embriagarse. La mayoría de salvadoreños, sin importar condición social, edad, nivel cultural o cualquier otra particularidad solían tomar por todo y por nada. Hasta en el más remoto de los poblados abundaban, como ahora, las cantinas y ventas clandestinas y artesanales de licor y por consiguiente los alcohólicos hacedores de mil problemas para la familia, para la sociedad y para el alcohólico mismo. Mr. Eddie había conocido en Boston, Massahusetts la comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA), fundada en 1935 en Akron, Ohio, por William Griffit Wilson (Bill W.) y el Dr. Robert Holbrook Smith (Dr. Bob). Ambos, Bill W. y el Dr. Bob escribieron la guía de los doce pasos y las doce tradiciones de Alcohólicos Anónimos, tan fundamentales para seguir los procesos de recuperación de los hombres y mujeres sumidos en el terrible vicio/enfermedad del alcoholismo.

Así, Mr. Eddie se radicó en El Salvador y meses después fundó el primer grupo de AA en El Salvador y en todo Centroamérica. Justo este día se cumplen 68 años de la llegada de Mr. Eddie al país que fue su segunda patria. Personas grandiosas como él deberían ser eternos, pero falleció en El Salvador un 7 de noviembre de 1963 siendo muy joven, pues apenas contaba con 59 años de edad. Sus restos yacen sepultados en el Cementerio de los Ilustres, en San Salvador.

Precisamente los descendientes de Mr. Eddie y la Sra. Dreyfuss, como una muestra de su legado han cedido desde junio de 2022 a la Oficina de Servicios Generales (OSG) de Alcohólicos Anónimos (AA) de El Salvador el honor de administrar el mausoleo, a fin que todos los beneficiados del programa de AA puedan rendirle tributo, no como muestra de devoción, sino como noble gesto de agradecimiento a este valiosísimo hombre y su familia.

Desde la llegada de Mr. Eddie ha llovido mucho y en el mundo del alcoholismo, hasta la fecha, ha pasado de todo. A causa del alcoholismo se han dado asesinatos, feminicidios, suicidios, violaciones, robos, hurtos, maltratos, bancarrotas, infelicidades, frustraciones, familias disfuncionales, muertes por ingesta alcohólica, psicosis, separaciones familiares, discapacidades y miles de consecuencias negativas. El alcoholismo ha acabado con personalidades de todos los niveles culturales, sociales, académicos. No ha respetado edades, ni sexo, ni creencias. Desde siempre ha controlado la mente de grandes intelectuales, empresarios, agricultores, obreros y toda suerte de ciudadanos (as). Nadie ha estado exento de caer en las garras de este terrible mal. Miles han tocado fondo, algunos mucho antes de lo esperado en plena juventud y otros con su vicio han destruido vidas, incluyendo las suyas. Algunos en estado etílico han actuado salvaje e irracionalmente y no han tenido la oportunidad de dar marcha atrás. Terminaron presos, hospitalizados, desquiciados, discapacitados o muertos.

El alcoholismo es terrible. La consecuencia final es la muerte, mucho antes de lo previsto. Pero antes de acabar con la vida del alcohólico ha terminado con su dignidad, sus valores, su moralidad, su talante, sus ilusiones, sus esperanzas y lo ha convertido, en muchos casos, en una bazofia humana. En un desecho de la sociedad. Muchos han sido desahuciados por la sociedad que los rechaza y otros han causado inmensos e irreparables dolores y angustias a su madre, padre, hijos, conyugue, amigos y compañeros, a su familia, a su vecindario, a la sociedad en general. Su vicio/enfermedad los llevó al fracaso y arrastraron a otros con sus irresponsabilidades. Qué culpa tiene el hijo de tener un padre (o una madre) alcohólico que lo maltrata y lo priva de la posibilidad de tener juguetes, acceso al estudio, alimentos, medicina y el techo necesario. O que crece con mentalidad distorsionada y sensibles traumas por el maltrato del padre (madre) alcohólico. Qué culpa tiene la madre de sufrir por las estupideces de su hijo (a) alcohólico que en esa condición genera dolor, vergüenza y lástima.

Aún así, en la peor de las condiciones, la posibilidad de superar el vicio/enfermedad del alcoholismo es posible. Se necesita de un poder superior, mucha fuerza de voluntad y humildad para admitir la impotencia ante el alcohol y la incapacidad de gobernar la vida misma. Justamente ese es el primero de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, que en el país tiene más de 1,400 grupos y está presente en 190 países del mundo.

Así como he visto fracasar hasta morir por el alcoholismo a muchos, también he visto a muchos que se han recuperado y han cambiado su estilo de vida porque han encontrado ayuda en AA, cuyo método básico es compartir experiencias (catarsis) y llevar el mensaje de los doce pasos y las doce tradiciones legadas por Bill W. y el Dr. Bob y traídas al país por Mr. Eddie, el estadounidense que hizo de El Salvador su segunda patria y que sentó las bases para el primer grupo de AA en Centroamérica. Benditos los caminos que llevan a la sobriedad. Gracias Mr. Eddie.