Hace unos días vi y escuché un video en la plataforma X publicado por Voz Pública. En dicho video se trataba de verificar información que habían brindado el ministro de salud y el secretario jurídico de la presidencia. El primero argumentando que el sistema de emergencias médicas (SEM) y programa de trasplante renal se había creado durante su mandato. El segundo, alegando que el gobierno actual había recibido “uno de los sistemas de salud más deficientes de América Latina”.

El reportaje continuaba argumentando correctamente que las aseveraciones del ministro eran falsas, pues tanto el sistema de emergencias médicas como el programa de trasplante renal se iniciaron en 2013 y 1985, respectivamente. Así como desvirtuando la aseveración del abogado, que no entiendo cómo y porque se inmiscuye en terrenos que no son de su experticia.

La nota de Voz Pública me dejó un poco incómodo al citar fuentes estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud, que situaban el sistema de salud de este país arriba de la media latinoamericana para el 2019. De acuerdo con dichas notas, el país reportaba previo a este gobierno que “El Salvador era uno de los países de la región con menores tasas de mortalidad infantil, materna y neonatal. También estaba en el promedio (a nivel centroamericano) de médicos y gasto de salud”.

La inferencia, como la entendí en ese momento era que los gobiernos del FMLN habrían tenido un mayor impacto en el mejoramiento de nuestro sistema de salud. Mi reacción ante ese video no fue del todo positiva, porque me pareció integraba un sesgo político en el mensaje periodístico. No me gusta sentirme manipulado, ni por la izquierda ni por la derecha.

¿Pero cómo está nuestro sistema de salud de acuerdo con los indicadores de salud?
Las eficiencias o deficiencias de un sistema de salud se miden a través de indicadores de salud, y no por declaraciones políticas de personas sin argumentos profesionales. Los indicadores que utiliza Voz Pública son el radio de mortalidad materna, la tasa de mortalidad infantil y la tasa de mortalidad neonatal.

El único indicador donde nuestro país lidera en Centroamérica es con la tasa más baja de mortalidad neonatal. En cuanto a mortalidad materna y mortalidad infantil, somos tercero y segundo, respectivamente. Con estos datos, vemos un estadio esperanzador de nuestro sistema de salud. Pero existen otros indicadores que se incluyen para verificar que en realidad tenemos un sistema que responde a las necesidades de la población.

Al incluirlos observamos que el Salvador es el país con la tasa más alta de Centroamérica de incidencia de tuberculosis, y la tasa más alta de prevalencia de VIH en trabajadoras del sexo y en hombres que tienen sexo con hombres. Que nuestro gasto médico de bolsillo es el segundo más alto de la región, y la expectativa de vida de la población es la quinta más baja, incluso por debajo de Honduras. Si bien es cierto que fueron los gobiernos de Arena y el FMLN los que iniciaron el programa de la erradicación de la malaria, este gobierno continuó los esfuerzos y al final somos el único país de Centroamérica sin casos de malaria. Así también, el gasto sanitario como porcentaje del producto interior bruto (PIB) en El Salvador de 2010 a 2020 se ha venido incrementando progresivamente, desde un 9 % hasta un 10 %.

Las cifras no mienten, son los responsables de esas cifras los que tratan de manipularlas a su conveniencia en su afán de ofrecer una visión imaginaria, y justificar su desempeño profesional. Es cierto este Ministerio de Salud ha venido tergiversando la información de salud pública a su conveniencia. Pero el ciudadano percibe la calidad del servicio, y yo en lo personal no percibo un sistema de salud de primer mundo, como nos quieren hacer creer. Y tampoco los diputados. Ellos llevan sus familiares al exterior para que reciban tratamiento médico. Una clara indicación de como percibimos los salvadoreños a nuestro sistema de salud.

Ciertamente, mi reacción ante la publicación de Voz Pública fue apresurada y a lo mejor equivocada. Pero en el fondo, creo que los medios informativos deberían ser más cuidadosos con la información que manejan y publican. Definitivamente hay mentiras y exageraciones, pero tampoco todo está mal. El sistema de salud de El Salvador avanza lentamente.