Sí alguna vez he visto a gente muy feliz y agradecida profundamente con Dios, deseosa de compartir con los demás sus propias experiencias como una forma terapéutica o de catarsis para superar su enfermedad relacionada con el alcoholismo, ha sido en la comunidad de Alcohólicos Anónimos (AA), organización de hombres y mujeres que el 10 de junio estuvo cumpliendo 87 años desde su nacimiento en Akron, Ohio, Estados Unidos.

Fueron William Wilson (Bill) y Robert Smith (Dr. Bob), el primero agente de la Bolsa de Valores de Nueva York y el segundo un destacado médico cirujano de Akron, quienes ya habían sido desahuciados por su adicción al alcoholismo, los que dieron aquel gran paso que ha permitido salvar la vida de decenas de millones de alcohólicos y llevar felicidad a millones de hogares en todo el mundo. No hay familia más feliz y beneficiada que aquella que ha visto como uno de sus miembros ha superado el maldito vicio del alcoholismo.

La historia reconoce a Bill y Bob como las personas trascendentales que sentaron bases sólidas para la recuperación. A través del método de compartir las experiencias y partiendo de que hay un ser superior que lo permite, fundaron la comunidad que en la actualidad tiene presencia en alrededor de 180 países y que cuenta con unos 123 mil grupos y una membresía que supera los dos millones. La literatura de AA tan basta, comprensiva, sencilla y metódica, ha sido traducida a más de 100 idiomas.

En El Salvador hay alrededor de 1,500 grupos de AA distribuidos en todo el país y cerca de 18 mil miembros que conforman la gran familia de la organización, la cual se basa en el respeto de principios y se fundamenta en doce pasos, doce tradiciones y doce conceptos, los cuales se asimilan y se llevan a la práctica cotidiana diaria.

AA ha demostrado que cualquiera que tenga fuerza de voluntad, fe y un profundo deseo de superar la adicción lo puede lograr. No importa si es alcohólico desahuciado o despreciado por la sociedad, la familia, los amigos y el Estado mismo y sus instituciones. En AA se escuchan tantas historias y vivencias, que uno concluye que superar la enfermedad del alcoholismo no está vetado para nadie. AA es una opción viable, donde nadie llega a la fuerza y donde se queda el que desea. Ahí, quien necesite superar su adicción, encontrará una mano amiga, palabras de aliento y conocerá las historias de otros que sufrieron igual o peor que él, lo cual ha de servirle de motivación para dejar un vicio que le destruye la vida y su entorno.

Ser AA es un proceso positivo. La persona debe seguir doce pasos, uno lleva al otro. El primero reza: “Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”. Tras admitir el grave problema, el paso uno lleva al dos que dice: “Llegamos a creer que un poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio”. En un tercer paso señala;“Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos”. Así se llega hasta el paso doce el cual habla de tratar de llevar el mensaje a otros alcohólicos y de practicar los principios en toda faceta de la vida. Esto último es vital, pues se trata de llevar el mensaje al que aún sufre y de hacer un cambio positivo de vida, que se vea reflejado en la persona misma y en su entorno.

Cuando un padre, esposo, un hijo o cualquier miembro de la familia ingresa al proceso de recuperación, los beneficios son percibidos. Hombres y mujeres que sumidos en el alcoholismo eran inútiles, se vuelven útiles y esenciales en sus familias, lugares de trabajo, comunidades y hasta trascendentales para la sociedad.

En lo personal no soy alcohólico, nunca he tenido problemas con la bebida (ni siquiera bebo), pero me gusta la comunidad. Sin necesitarlo, desde los 14 años, iba ocasionalmente a un grupo de AA en Olocuilta. Me gustaba escuchar las terapias y observaba que era real lo que decían. Muchos de mis amigos y conocidos, algunos muy jóvenes, han muerto producto del alcoholismo, otros destruyeron sus profesiones u oficios, destrozaron sus dignidades, cayeron en actos delictivos, afectaron negativamente sus hogares y dañaron la vida de familiares y amigos

La estructura mundial supone que en la Oficina de Servicios Generales (OSG) de AA haya custodios clase A, una especie de consejeros y “guardianes” de los principios de la comunidad. Los custodios clase A, suelen ser profesionales que sirven desinteresadamente y se placen espiritualmente al saber que alguien se está alejando del alcoholismo. Desde el 30 de enero de 2021 me escogieron como custodio clase A y me pareció interesante. Desde febrero pasado, me eligieron presidente de la Junta de la OSG y me parece gratificante tratar de servir a hombres y mujeres que con fe, conciencia, voluntad, alta dosis de tolerancia y amor a su vida y a la de los suyos, intentan cada 24 horas superar un vicio que en el país ha matado a muchos. ¡Felicidades AA!