Votar es un privilegio que conlleva una responsabilidad de todos los ciudadanos. Equivocarse o acertar es parte del juego democrático cuando las reglas son claras y transparentes y se cuenta con árbitros que garantizan la validez e importancia de la participación ciudadana.El próximo domingo los salvadoreños tenemos que acudir a las urnas para elegir a los 44 concejos municipales que gobernarán en igual cantidad de municipios. Recordemos que desde junio pasado se acordó reducir de 262 municipios a 44, organizando los departamentos en relación a su posición geográfica, así por ejemplo La Paz, de tener 22 municipios (que pasarán a ser oficialmente distritos) pasa a tener solo tres, agrupados en La Paz Oeste, La Paz Este y La Paz Centro. Los departamentos tendrán entre dos y seis municipios, dependiendo de criterios estrictamente geográficos.

Personalmente pienso que la reducción de municipios se adapta a la realidad salvadoreña, aunque creo que no hubo suficiente argumentación de los criterios porque no se socializó el proyecto y por ende no hubo participación de las fuerzas vivas. En todo caso, es mejor 44 que 262. Actualmente hay concejos que administran municipios de territorios minúsculos o con poblaciones de un poco más de mil habitantes (o menos), lo que seguramente no es lo más óptimo en cuanto a gestión edilicia.

Se supone que entre menos municipios habrá más y mejores controles de las finanzas y la administración municipal, lo que debe traducirse en mejor uso y provecho de los recursos locales. En menos corrupción. La reducción de jurisdicciones municipales mantiene el valor agregado de los concejos plurales. Es decir, el partido ganador pone al alcalde y al síndico, mientras que los concejales o regidores se los reparten los partidos participantes proporcionalmente al número de votantes que obtengan, garantizando darle gobernabilidad al ganador-

Es un derecho y deber ciudadano acudir a emitir nuestro sufragio con suma responsabilidad, pues de alguna manera es un privilegio elegir a nuestras autoridades locales, pero también tenemos que asumir nuestra parte cívica y ética, no solo con nuestro voto sino también con nuestra participación ciudadana.

Tenemos que tener claro que hay muchas funciones que competen estrictamente al ámbito municipal y que son los concejos los más cercanos a las necesidades de desarrollo local de los ciudadanos. Los alcaldes y concejales están obligados a empaparse de las necesidades locales y buscarles soluciones inmediatas. La gestión es la principal actividad edilicia.

El próximo domingo tenemos la posibilidad de refrendar nuestra confianza a actuales concejos que buscan la reelección o de confiar en otras personas. Es fácil tomar esa decisión, solo tenemos que hacer una especie de inventario y un análisis de conciencia, para saber si cumplieron sus promesas de proyectos. Habrá actuales alcaldes que se merecen una oportunidad más, pero habrá algunos que fallaron y que merecen un voto de castigo. Al final será la conciencia ciudadana la que decida.

Cada salvadoreño somos libres de votar por partido o por persona. En el caso de alcaldes y concejales lo recomendable es votar por personas y por plataformas o propuestas para el desarrollo local. Desgraciadamente en algunos municipios los candidatos se han rehusado a debatir y han priorizado los desfiles y las fiestas bailables. Hay candidatos que no tienen propuestas viables y ni siquiera una idea de cómo van a gobernar los distintos distritos, pues aunque vecinos, cada uno tiene sus propias necesidades y una particular idiosincrasia. Algunos candidatos ni siquiera conocen las características de los distritos que pretenden gobernar. En una entrevista radial le escuché decir a un candidato de La Paz Oeste, que cuando ejerza como jefe edilicio potenciará el desarrollo turístico de la costa de Olocuilta. Resulta que Olocuilta no tiene costa. En mi domicilio (en San Salvador, donde resido y voto) recibí la visita de un candidato, que tuvo que consultarle a un colaborador suyo, si era verdad que Cuscatancingo tenía territorios separados y si San Marcos limitaba con San Salvador.

Me temo que la mayoría de candidatos a alcaldes carecen de propuestas con ejes de acción ejecutables porque “pueden sonar bonitas, pero no son realistas”. Muchos se quedaron desfasados, regalando tamales, juguetes u organizando fiestas bailables, pero no fueron a la esencia de las necesidades locales de cada distrito. Gobernar más población y mayores territorios lleva muchos retos y hay aspirantes a alcaldes, con sin experiencia en el cargo que han sido incapaces de comprender dicha realidad política.

En raros casos ha habido verdaderos debates. La población poca o nula posibilidad ha tenido para cuestionar los planes de gobierno local. La población de algunos municipios desconoce cómo serán gobernados por los nuevos concejos. Cada aspirante se ha enfocado en hacer propaganda convencional a través de medios tradicionales y redes sociales, pero ofreciéndose como “redentores”. No ha habido exposiciones públicas en la que se haya dado discusiones ciudadanas.

A pesar de las falencias de los mismos candidatos a alcalde y concejales y de la incertidumbre de muchos ciudadanos, el próximo domingo tenemos que acudir a votar y hacerlo con responsabilidad y especialmente con conciencia. Gane quien gane debemos respetar el resultado, felicitar al ganador y comenzar a exigir transparencia, participación ciudadana y obras de desarrollo local. Dentro de tres años nuevamente tendremos la oportunidad de escoger gobiernos locales y entonces refrendar o rechazar apoyos estará en nuestras manos. Votar es un privilegio.