Ninguna motocicleta Yamaha 750 cc. vale $50. Un automóvil en perfecto estado, Toyota, año 2019 tampoco cuesta $500. Nadie invierte $100 en una empresa nueva promovida en redes sociales y meses después se hace rico con los intereses. Es mentira que alguien a quien probablemente no conocemos nos envía una maleta con joyas, dinero u objetos valiosos y que para sacarla de Aduanas tenemos que depositar mil o más dólares en una cuenta bancaria. Hay tantas formas de delitos a través de medios electrónicos (y redes sociales) que el ministerio público a diario recibe muchas denuncias, algunas de las cuales son judicializadas y llegan a conciliaciones y en algunos casos hasta condenas. Receptaciones, estafas y fraudes a través de medios electrónicos son delitos muy comunes en nuestro país, más de lo que uno supone.

Recientemente se conoció el caso de Rafael Steven Arévalo Zaldaña, de 22 años de edad, quien en redes sociales montó una falsa empresa de ropa e invitaba a muchas personas a convertirse en socias. Les prometía muchas ganancias. Una mujer se interesó y deseosa de ganar dinero fácil se contactó con el joven quien le dijo que inicialmente tenía que aportar $100. Días después le pidió $825 más para hacerla socia. La mujer entregó en total $925 y cuando nuevamente quiso contactarse con el “empresario”, éste ya la había bloqueado. La víctima desesperada denunció ante la Fiscalía que logró la captura del sospechoso que en audiencia inicial logró conciliar con la víctima y tendrá que devolver todo el dinero. Contra Arévalo existen otros procesos y otras denuncias, siempre por estafa a través de medios electrónicos. Las leyes en El Salvador permiten la conciliación y en la mayoría de casos los afectados prefieren conciliar para recuperar su dinero, antes que ver encarcelados a estos sujetos.

Todos recordamos el caso de los hermanos Carlos José, Gerardo Javier y José Ricardo Rivas Álvarez quienes crearon una plataforma virtual llamada Forex mediante la cual promocionaban la idea de que al invertir cierta cantidad de dinero (no menos de $1,000), las personas ganarían dividendos por encima de los que pagaba al sistema financiero nacional. Cientos de personas les creyeron e invirtieron su dinero pensando en que su destino era la bolsa de valores. Algunos hicieron transacciones hasta por más de $60,000, prácticamente todos sus ahorros. Lo estafado suma millones de dólares y los tres parientes, con 12 órdenes de detención giradas por distintos tribunales, huyen de la justicia, probablemente estén en el extranjero disfrutando del dinero mal habido.

Casos como el de Forex hay muchos. A menor escala, pero siempre estafas disfrazadas de legalidad o con ofertas tan tentadoras y creíbles que muchos caen ingenuamente, por avaricia o porque realmente creen que es viable esa forma de invertir su dinero. Hasta ahora no conozco a nadie que haya invertido su dinero y ganado intereses bonancibles a través de empresas captadoras de fondos que se promocione en redes sociales, aunque por supuesto hay algunas captadoras legales respaldadas por el sistema financiero y que ofrecen intereses de acuerdo con el mercado bursátil.

A través de redes sociales es viable cometer el delito de lavado de dinero. Algunos lo hacen y como parte de su estrategia para “legalizar” su acción delictiva, buscan socios que aporten mínimas cantidades para darle respaldo legal a su accionar. Sin darse cuenta que están siendo utilizados, algunos caen en la tentación. En mayo pasado unexcompañero de la universidad invirtió $200 en una casa de apuestas inexistente que ofrecía utilidades del 100% sobre las ganancias que obtendrían de los apostadores del mundial de fútbol Catar 2022. La empresa era promovida a través de una plataforma digital. Cuando quiso reclamar las ganancias o al menos que le devolvieran lo invertido, simplemente lo bloquearon. Por pena no interpuso la denuncia, pues supo que los estafadores eran colombianos asentados en Guatemala.

Nuestros lectores deben saber que involuntariamente si ellos se vuelven partícipes en empresas inexistentes o estafadoras, pueden caer en delitos y ser sometido a un difícil proceso judicial en el que pueden salir condenados a varios años de prisión. Recordemos el caso del joven que fue detenido por receptación porque andaba en una motocicleta Yamaha 750 cc. la cual tenía reporte de hurto. El joven fue capturado, aunque él alegaba que a través de redes sociales la había comprado en $50 dólares. Afortunadamente solo le impusieron medidas y dicho vehículo fue devuelto a su legítimo dueño. Algo similar pasó con otro joven que compró un vehículo en buen estado, año 2019. El auto era ofertado a través de redes sociales en $500. Cuando fue detenido mostró una falsa compraventa que le habían dado. Perdió su dinero porque el auto fue devuelto a su dueño y él todavía cumple jornadas de utilidad porque al confesar su acción fue condenado a dos años de prisión sustituidos por jornadas.

En síntesis, salvadoreños, no nos dejemos estafar por falsas promociones y ofertas a través de redes sociales. Si nos llaman para pedirnos dinero por un paquete que nos mandan de otro país o nos preguntan por nuestros datos porque hemos ganado un auto en una rifa que jamás hemos participado, colguemos y de inmediato denunciemos. Si nos piden adelantos por alquiler de ranchos de playa, venta de vehículos u otras situaciones parecidas, cerciorémonos que todo sea legal. En caso de duda evite hacer negocios o denuncie a la Fiscalía. ¡Feliz 2023!