La vida nos transcurre entre la eterna búsqueda y la espera continua de lo que ocurrirá, algunas veces cumpliendo el mito de Sísifo, aquel personaje de la mitología griega que una vez condenado por los dioses debía subir una pesada roca por una ladera empinada y que cuando se encuentre a punto de llegar a la cima, la pesada piedra caería hacia el valle, para que Sísifo nuevamente volviera a subirla; esto se repetiría sucesivamente por toda la eternidad, cumpliendo así su condena.

Suena desesperanzador, pero aún mas si nos encontramos con Albert Camus, periodista, dramaturgo y ensayista francés, nacido en Argelia, que en relación a este mito explicaba lo absurdo de la vida desde un existencialismo con la disyuntiva de tener o no tener un sentido la vida. De la misma forma para pasar de tal contradicción, Camus propuso que cada uno buscara el sentido a su propia existencia.

Ante esos razonamientos, un día abrimos los ojos y nos encontramos ante el espejo observando las marcas infalibles del paso de los años en nuestros cuerpos. Nuevos surcos se dibujan lentamente al compás de las expresiones faciales, la melanina de nuestro cabello cambia a un tono platinado y otros cambios van sucediendo que implican mayor cuido y atención para tratar de conservar la salud.

Difícilmente se pueden evitar las bien llamadas crisis existenciales, pues es el ser mismo quien esta implicado en cada cambio, de ninguna manera podemos abstraernos de esa realidad.

En las últimas semanas ha circulado en noticias del espectáculo, sobre la decisión de un famoso actor de cine con amplia trayectoria, que optara por la eutanasia, quien con mas de ochenta y cinco años ha escogido, según sus palabras, morir con dignidad a la vez que expresa con cierta queja que envejecer es un fastidio. Con esta decisión decide poner un alto a las discapacidades físicas y achaques producto de un ictus sufrido hace unos años, condiciones que se agravan con las afectaciones propias de su edad.
Que las funciones básicas para el desenvolvimiento del ser humano vayan mermando siempre producirán una especie de derrota; aunque esta no debiera entenderse como un resultado de no haber dado lo mejor ante la lucha que significó una supervivencia.

La naturaleza y el tiempo son implacables. La fragilidad del cuerpo humano es la condición que nos recuerda que hay una primavera y un otoño, que vendrán con o sin nuestro consentimiento. Acá nuevamente evocamos a Camus y con lo que expuso en su momento, un suicidio no es una opción; pero también este mismo filósofo francés nos dejó reflexionar el encontrar un sentido o no a la vida; aunque hay espacio para considerar que estan presentes la opción de partir de esta vida cuando se quiera o soportar las durezas de un cuerpo enfermo que cada vez va en decadencia, pero sin dejar de mencionar un tercer evento que nada tiene que ver con opciones ni decisiones y es cuando la muerte nos sorprende a cualquier edad. Un completo circulo existencial.

No podemos juzgar una decisión de ese tamaño, como la que ha escogido este actor de mirada azul profunda, no con ligerezas existenciales romantizadas.

Talvez, si podemos tratar de comprender que la misma vida fue un conjunto muy variado de batallas, que algunas las libramos triunfalmente y otras fueron derrotas que nos impulsaron a continuar, nada mas. Pero, que una vez llegado el cansancio físico se vuelve la vista a todo lo pasado y algunos agradecen, otros comprenden, otros aceptan y otros fijan la vista en aquellos años que aún persisten en un paraíso perdido.

Desde luego todos vamos hacia un ocaso, ley natural. Entre la búsqueda y espera continua puede haber cabida para el agradecimiento, podría ser esta acción un sentido mismo de la vida, no como un consuelo, sino una certeza de lo que cada día encontramos cada uno de nosotros en nuestra existencia.