Es en 1960 cuando se le da vida legal al Mercado Común Centroamericano al suscribir cuatro países el Tratado General de Integración Centroamericana. Costa Rica se adhirió en 1962.

El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) fue incluido en “el tratado”, como una de las llamadas entidades de la integración centroamericana. Obviamente el componente financiero es clave para construir un proceso integracionista. Es complejo el tema del endeudamiento, pues es nacional, pero con fines integracionistas, lo que exige coordinación regional a la hora de decidir qué se financia.

El BCIE, como se dice en su página web, fue creado “para facilitar el crecimiento económico y mejoramiento de la región centroamericana”, en primera instancia de los cuatro países originalmente firmantes y el adherente dos años después (Costa Rica se adhirió al convenio constitutivo del BCIE en julio de 1963), así como los tres que se unieron al Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) más recientemente.

De la página web del BCIE se extrae la siguiente información:
“El BCIE es una institución financiera multilateral de desarrollo, con carácter internacional. Tiene su sede en Tegucigalpa, Honduras, y cuenta con oficinas regionales en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y República Dominicana.” Aspira a ser el referente en el desarrollo sustentable y en la integración económica de la región, e impactar de manera eficaz en el bienestar de la sociedad, así como apoyar las acciones de gobierno de los países socios financiando proyectos de integración regional de alto impacto al menor costo financiero posible...”.

El BCIE ha cumplido un importante papel en la integración regional, financiando obras en los países miembros del SICA. Así mismo y siguiendo el esquema del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), incorporó 8 miembros extra regionales que son: República de China en Taiwán, México, Argentina, Colombia y España. República Dominicana, Panamá y Belice, al ser miembros del SICA, son socios regionales no fundadores. Se supone como en el BID, que los países extra regionales, no son sujetos de crédito del BCIE, sino inversionistas.

En los últimos años el funcionamiento del BCIE no ha sido el que se espera. Ciertamente, el aporte de los socios extrarregionales le ha dado solidez económica, pero se le cuestionan aspectos como los siguientes:
• Apoyo desmedido a Nicaragua, un país cuyo funcionamiento actual no corresponde a la práctica democrática que el Protocolo de Tegucigalpa exige a los miembros del SICA.
• El financiamiento de obras que favorecen proyectos cuestionables respecto a su vinculación con el desarrollo social y la integración centroamericana.
• Se cuestiona el que le haya dado crédito a la Argentina, miembro extra regional y que como tal no debiera ser sujeto de crédito del BCIE. Además, prestarle a Argentina conlleva un enorme riesgo. Un mal precedente.
• Uno de sus anteriores directores nacionales ha cuestionado la muy alta remuneración que reciben los directores nacionales, quienes a su vez fungen como gerentes de las oficinas nacionales del BCIE.
• Se cuestiona el mecanismo de aprobación de proyectos, expuesto a la manipulación se dice y los negociados (usted me rasca la espalda y yo se la rasco a usted).

A pesar de que con la descentralización de las operaciones del BCIE ha disminuido la pesada carga hondureña sobre el banco, todavía sigue siendo significativa. El hecho de que los dos últimos presidentes ejecutivos, el actual y el anterior, para un período total de 12 años hayan sido hondureños, ha reafirmado esa situación. Es difícil entender como los países miembros que votan en la elección del presidente ejecutivo, dejaran que lo mencionado sucediera. Responde sin duda a la presión hondureña y el uso de su influencia política. El actual presidente no será reelecto, lo que abre una ventada de oportunidad para re orientar al insustituible y necesario BCIE. Otros países además de Honduras tienen todo el derecho de aspirar.