E n la Edad Media se dio el caso de un hombre de buena fama e impoluto en su proceder, que fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer, sin embargo, el verdadero autor era una persona muy influyente y que tenía enormes contactos con los poderosos del gobierno y por eso desde el primer momento buscaron una víctima para encubrir al verdadero culpable. El hombre fue llevado a juicio sabiendo de antemano que tendría muy pocas posibilidades de ser declarado inocente. Antes del juicio su destino ya estaba decidido, iba a morir en la horca.

El juez que también estaba coludido con los poderosos del gobierno, trató de apararentar un juicio justo e imparcial y por ello dijo al acusado: Conociendo tu buena fama de hombre justo y sabiendo que eres un excelente cristiano, vamos a dejar tu destino en las manos de Dios, así que vamos a escribir en dos trozos de papel las palabras culpable e inocente. Tú escogerás uno y será la voluntad de Dios la que decida tu destino, por supuesto que el juez había preparado dos papeles con la palabra culpable.

El hombre acusado injustamente, aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa debido al tráfico de influencias y lo corrupto del sistema de justicia, donde la ley se aplicaba el pobre, pero se liberaba al rico y a los poderosos de la política. En pocas palabras no tenía escapatoria, cuando el Juez ordenó al hombre que tomara uno de los dos papeles doblados, el acusado se quedó en silencio unos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una amplia sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca se lo tragó.

Sorprendido e indignado el Juez le reprochó airadamente: ¿Pero qué has hecho? ¿Y ahora cómo vamos a saber el veredicto? Es muy sencillo respondió el hombre, es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué.

En medio de un gran bullicio en la sala y ante la evidente desilusión del Juez y del hombre influyente en la política que lo había acusado injustamente, no tuvieron más remedio que dejar libre al acusado.

Esta historia nos recuerda de cómo se encuentra el sistema de justicia y como los políticos pueden manipular e influenciar a los hombres que imparten justicia para torcer las leyes y aplicar la justicia de manera deliberada a quien quieren, es decir tienen el poder para liberar a un culpable y procesar a un inocente.

El Señor Jesucristo nos enseñó en Mateo 6;33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. En los momentos de crisis, de injusticia, nunca busques la ayuda de los hombres, únicamente busca a Dios ya que Dios, sabrá que puertas abrir a que personas usar, y como iluminar tu mente para imaginar soluciones al caso concreto.

Así como este hombre encontró una alternativa creativa en el momento de la crisis que le permitió sortear lo corrupto del sistema que le acusaba injustamente. Sin duda el Señor Jesucristo dará una solución a las diversas situaciones que viven aquellos compatriotas que ahora están siendo juzgados de forma ilegitima.

José el que fue el segundo al mando en todo Egipto (Génesis 37). Fue acusado injustamente por su patrón Potifar, quien lo metió preso por 12 años por una supuesta violación a su mujer que nunca cometió, sin embargo, este hecho Dios lo utilizó para preparar su corazón, fortalecer su carácter, el cual sin duda le sirvió para dirigir una gran nación como era Egipto. Ahora bien El Salvador necesita más patriotas que luchen por una sociedad más justa, que defiendan los principios fundacionales de la República y la separación de poderes, que no busquen acceder a un puesto de función pública para enriquecerse, sino para aportar sus talentos a favor de los menos favorecidos.