Las elecciones congresionales del pasado domingo en Colombia son el preámbulo de la inmediata elección presidencial, un proceso que no pasa desapercibido en Centroamérica, debido al creciente peso económico, político y social de esa gran nación. En El Salvador las inversiones colombianas sobrepasan los 750 millones de dólares, una expansión que creció al amparo del clima de estabilidad política y social propiciado por la suscripción del Acuerdo de Chapultepec, por las corrientes globalizadoras. Algunas de las prominentes empresas radicadas son: Bancolombia, Banco de Bogotá (Credomatic), Davivienda, EPM (DELSUR electricidad), o Avianca, esta relación regulada mediante el TLC suscrito entre el país andino y el Triángulo Norte es parte de la creciente preocupación desde Colombia por el incierto rumbo económico, político y social de El Salvador.

Esta elección del nuevo congreso sufrió un severo desenfoque al girar del plano regional, propio de una elección legislativa, al debate nacional debido a la decisión institucional de incluir de manera simultánea una consulta abierta, en papeletas separadas, para definir las candidaturas presidenciales de cada una de las tres grandes coaliciones: “Pacto Histórico” de izquierda, “Centro Esperanza” y “Equipo por Colombia” de derecha. En otros países, usualmente, estas elecciones conocidas como primarias son separadas. Definidas estas tres candidaturas se sumarán junto a otros ocho aspirantes de partidos que corren independientes, disputando a once bandas la presidencia el próximo 29 de mayo.

La otra novedad deriva del cumplimiento rezagado del Acuerdo de Paz suscrito en el 2016 entre las FARC y el Gobierno de Colombia, consistente en conformar dieciséis “Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz” (CITREP), mecanismo válido en dos periodos legislativos y que abarcan 167 municipios en 19 departamentos, con un padrón especial de 1,246,634 inscritos, distribuidos en 1966 puestos, con 4,534 mesas de votación para elegir a 16 congresistas. Los postulados debieron llenar requisitos comprobados: ser víctimas de los efectos del conflicto interno, no pertenecer a los bandos, no haber desempeñado cargos de elección y no pertenecer a partidos tradicionales. Otro hecho destacado ha sido elegir en papeletas especificas a legisladores representantes de pueblos indígenas y afrodescendientes.

Las novedades reflejan importantes avances democráticos y tecnológicos como el plan piloto con 20,250 estaciones de verificación de huellas el día de la elección, sobre todo tomando en cuenta las complejidades de una accidentada topografía con más de un millón de km2, un padrón de 38,8 millones de electores distribuidos en 12,512 centros de votación con 112,009 mesas electorales. Sin embargo, persisten dificultades para el ejercicio del sufragio, por ejemplo, en un alto número de mesas se recibieron quejas por fallas en el aplicativo para la inscripción de cédulas, traslados de ciudadanos a otros centros de votación sin la suficiente información, desconocimiento de electores sobre la mesa correspondiente, cédulas que no aparecían en el padrón, caída temporal de la página institucional de consulta y de la aplicación “Infovotantes”.

Entre los mayores problemas estructurales están la falta de un efectivo control para frenar el financiamiento ilícito en las campañas electorales, así como reiteradas denuncias sobre la compra de votos y dádivas para condicionar electores. De 1121 municipios en 319 se reportó la presencia de grupos armados al margen de la ley, en otros se registró desplazamientos forzados, amenazas y asesinatos de líderes comunales y políticos; también hubo mucha resistencia para trascender del 30% en la participación de mujeres a cargos de elección para alcanzar paridad y equidad, alegando los partidos políticos que no estaban “preparados” para esa demanda, justificación que se desploma ante una elección en la que las presidencias de mesas fueron ejercidas por un 70% de mujeres.

La coalición “Pacto Histórico” abrió brecha y será una fuerza de contrapeso en el Senado, su candidato Gustavo Petro arrasó en la consulta, ratificó las encuestas consolidándose como favorito a la presidencia; sin embargo, la elección se polariza ante un debilitado Sergio Fajardo representando a una alicaída coalición “Centro Esperanza”, rebasada por Fico Gutiérrez al frente de la otra coalición derechista “Equipo por Colombia”. La campaña presidencial apenas comienza, Gustavo Petro enfrenta el reto de superar el 50% el 29 de mayo, para no repetir el balotaje de “todos contra Petro” del 2018, mientras Biden declara a Colombia aliado estratégico fuera de la OTAN. #ColombiaDecide