Donald Trump puso los clavos y Rochelle Walensky cerró el ataúd sobre la autoridad del Centro para el Control de las enfermedades (CDC). La doctora Walensky, directora del CDC de los Estados Unidos, anunció su renuncia el viernes de la semana pasada, casi de manera simultánea con el anuncio del fin de la pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Después de tres años y tres meses, la COVID ya no es una emergencia sanitaria internacional. “La COVID ha cambiado el mundo y nos ha cambiado”, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Ha sido mucho más que una crisis sanitaria. Ha causado graves trastornos económicos, eliminando billones del producto interior bruto, interrumpiendo los viajes y el comercio, cerrando negocios y hundiendo a millones en la pobreza. Ha causado una grave agitación social, con fronteras cerradas, movimiento restringido, escuelas cerradas y millones de personas experimentando soledad, aislamiento, ansiedad y depresión”.

Como cualquier otra crisis, en este caso sanitaria, sus víctimas políticas caen y seguirán cayendo, a nivel internacional e incluso nacional. La deuda de una evaluación externa del manejo gubernamental de esta seria crisis en nuestro país sigue pendiente. Y nuestro presidente, así como nuestros diputados, estoy seguro lo saben, sin esa evaluación externa el país no está listo para afrontar al próximo enemigo sanitario. Seamos claros y honestos, El Salvador, hoy por hoy, carece de los mecanismos fundamentales para proteger a nuestra ciudadanía de una nueva epidemia semejante al COVID. Ustedes lo saben, yo lo sé. Podemos seguir escondiendo la cabeza como el avestruz, pero la realidad de nuestro sistema sanitario continuará: un débil sistema de vigilancia, escasa participación comunitaria, déficit serio de profesionales de la medicina y peor de enfermería, pobre capacidad de nuestra academia en producir investigación en salud útil y aplicable.

“Los países tienen la oportunidad de reforzar sus sistemas sanitarios para futuras pandemias”, reza un informe de la OMS, el cual propone una transición de la emergencia de la COVID a una respuesta a largo plazo. Ya veníamos augurando, desde hace unos meses, que la evolución del virus SARS-CoV-2 era hacia la convivencia con la especie humana. La enfermedad persiste y persistirá por los siglos de los siglos, pero su virulencia (capacidad para producir enfermedad grave y muerte) se ha reducido substancialmente, permitiendo la mutua convivencia, como un matrimonio que evoluciona del calor frenético al frío paralizante, acostumbrándose a convivir.

¿Por qué decretar el fin de la emergencia ahora?

La OMS continuaba resistiendo la constante presión de países líderes y poderosos, que habían suspendido su emergencia nacional desde hace varios meses, para declarar el final de la emergencia a nivel global. Nuestro mismo gobierno, tácitamente –porque desconozco si aún estamos en estado de emergencia– ahogó en la oscuridad todo o casi todo mecanismo de protección contra la COVID desde hace mucho tiempo. Pero esta semana finalmente se dio la declaración del fin de la pandemia por COVID-19. El Dr. Didier Houssin, presidente del comité de emergencia que ha asesorado a la OMS sobre la pandemia, dijo el pasado viernes, que aun a pesar de que el virus persiste en su circulación a nivel mundial y que aún tenemos mucha incertidumbre al respecto de su evolución, la situación sanitaria ha mejorado considerablemente, con menos mortalidad y más inmunidad, ya sea inducida por las vacunas o las infecciones naturales. Es hora de cambiar de herramienta, aseguró. La emergencia consiste en generar movilización y reacción, pero no se debe abusar de ella, porque no se adapta a eventos que se convierten en crónicos. El problema no se ha ido, sino que persiste, pero en una magnitud diferente, por ende, las estrategias de contención son llamadas a una revisión y cambio.

Y entonces, ¿qué podemos esperar en el futuro?
Al momento se ha comprobado la circulación de una nueva subvariante de ómicron: XBB 1.16. Mayor capacidad de contagio, pero igual o menor virulencia y similar protección de parte de la vacuna bivalente. XBB 1.16 está llamada a convertirse en la variante dominante hacia finales de este año. Parece, que el virus del COVID no será estacional como el de la influenza, sino que va a presentar ligeros repuntes a lo largo del año. Siguiendo las enseñanzas del virus de la influenza, atacará predominantemente a las personas de mayor edad y a aquellas con problemas del sistema inmunológico.