Bryan Eduardo Campos Solís, es un joven de apenas 18 años de edad, quien fue capturado por el delito de conducción peligrosa. La acusación en su contra fue presentada en el Juzgado Primero de Paz de Soyapango donde se realizó la audiencia inicial, diligencia en la que mediante un proceso abreviado se le condenó a dos años de prisión, pena que fue reemplazada por una serie de prohibiciones, entre ellas no volver a conducir vehículo automotor hasta que tenga licencia de conducir adecuada. Hasta ahora no tiene ningún tipo de licencia.

Resulta que este muchacho conducía, sobre la calle antigua a Tonacatepeque, un microbús de la ruta 7, lleno de pasajeros, y lo hacía en sentido contrario, exponiendo a los peatones, a sus pasajeros, a los conductores de otros vehículos y a muchos más, aparte de generar congestionamiento. Afortunadamente un conductor que lo hacía en su carril correcto y estuvo a punto de ser colisionado, tomó un video y a modo de denuncia lo difundió a través de las redes sociales. Gracias a ese video pudo verse las placas del microbús MB-1480 lo que permitió a la Policía Nacional Civil (PNC) ubicar en flagrancia al conductor y detenerlo por conducción peligrosa y porque no tenía licencia de conducir. El vehículo decomisado fue trasladado al predio de San José Changallo.

Al finalizar la audiencia la jueza reflexionó y lamentó que no haya leyes que castiguen a los empresarios que se atreven a contratar a personas no idóneas. “En este banquillo debería estar siendo procesado el dueño o la dueña del microbús, por tener la osadía de exponer a cientos de pasajeros, al contratar a alguien si la pericia suficiente”, dijo la jueza. Añadió que se necesita ser un irresponsable para exponer la vida de los pasajeros en manos de alguien sin experiencia.

Y vaya que la jueza tiene razón. Uno se pregunta cómo es posible que un joven de 18 años, que es un adolescente que recién ha superado su niñez, tenga la responsabilidad de transportar a decenas de personas. Obviamente si este muchacho no tiene licencia de conducir, ni siquiera juvenil o liviana, es porque no está capacitado pericialmente hablando, mucho menos tiene conocimientos teóricos para conocer el Reglamento de Tránsito. Por suerte no provocó ningún accidente con fatales consecuencias. Pero ¿Dónde está el propietario del vehículo?, ¿Por qué le confió a un muchacho un microbús de transporte de personal si sabía que no tenía licencia?

Es fácil prever que el dueño o dueña del microbús es un irresponsable de “primera categoría” que se aprovecha de los vacíos de ley. De ninguna forma puede alegar que no sabía que su empleado no tenía licencia, pues como patrón está obligado a exigírsela, por la idoneidad del cargo y porque es un trabajo que requiere mucha pericia. Es similar a cuando empresas de seguridad contratan a sus guardias privados que no tienen licencia para conducir arma de fuego y a veces se ha conocido de agentes de seguridad privada que ni leer pueden. Hasta ahora no recuerdo un caso donde las empresas de seguridad haya sido procesada penalmente por contratar gente no idónea.

Se han dado situaciones en los cuales los dueños de autobuses y microbuses dicen no conocer ni siquiera el nombre de sus empleados, especialmente cuando han provocado accidentes con consecuencias lamentables. En el oriente del país un autobús arrolló a una mujer y el conductor se dio a la fuga. Al sitio llegó el dueño de la unidad de transporte para intentar llevársela, pero cuando periodistas le preguntaron por el nombre del conductor, insólitamente dijo desconocerlo.

Hay ocasiones, en los que ha habido lesiones culposas, homicidios culposos y daños materiales, en los que subsidiariamente se obliga al dueño de la unidad de transporte, quienes pagan solo porque esa es la forma de recuperar sus buses o microbuses. En ocasiones pagan en cuotas bajísimas. A mí me parece que los propietarios de las unidades de transporte público de pasajeros que contratan a conductores sin licencia, condenados a no conducir, con deudas de miles de dólares por infracciones de tránsito, con vicios por las drogas y el alcohol y con mal comportamiento hacia los pasajeros, peatones y otros conductores deben ser procesados y encarcelados con penas altas.

Las leyes deber ser drásticas con los empresarios irresponsables. El dicho popular dice que no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre. Entonces quien tiene la culpa del mal comportamiento de estos malos conductores es quien los contrata o les confía un vehículo que en manos de un negligente o “valeverguista” se convierte en un arma letal.

También tiene mucha irresponsabilidad el Estado. Hacen falta leyes más severas. No hay regulaciones necesarias en el transporte colectivo. Por ejemplo, no está definida una edad mínima para conducir unidades de transporte. Se debe crear una mesa de expertos que indiquen cual es la edad en la que se tiene la madurez y pericia suficiente para manejar estas unidades. Hasta ahora no hay una dependencia del Viceministerio de Transporte o de Tránsito que evalué la condición mental de estos trabajadores. A los motoristas de buses y autobuses (incluso a los taxistas) se les debe exigir ciertas capacitaciones y comportamientos idóneos. Es responsabilidad de los empresarios y del Estado garantizarla seguridad de los peatones, conductores y pasajeros. Es de vida o muerte.