La madrugada del miércoles pasado la Policía Nacional Civil (PNC) capturó a Edwin Martín Guardado Umanzor por el delito de conducción peligrosa de vehículo automotor y lesiones culposas. Este sujeto conducía en sentido contrario en la autopista al aeropuerto internacional, en las inmediaciones del kilómetro 39, provocando un grave accidente que dejó a una persona gravemente lesionada. Al practicarle la prueba de alcotest, este arrojó 478 milígramos de alcohol en aliento. Es decir, el tipo conducía completamente ebrio y perfectamente pudo haber consumido el equivalente a 24 cervezas.

Guardado será presentado a un juzgado de Paz, donde por el delito de lesiones culposas podrá conciliar económicamente con los familiares de la víctima y seguramente, con base a la ley actual, se le aplique, por el delito de conducción peligrosa de vehículo automotor, una salida alterna de una suspensión condicional del procedimiento, lo cual le conlleve uno o dos años de medidas de estricto cumplimiento. Tiempo en el cual se le prohibirá que consuma bebidas embriagantes, se le mandará a un tratamiento psicológico para que deje la bebida y se le remitirá a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Pasado unos días, meses o años, probablemente vuelva a sus andadas ynuevamente conducirá ebrio por las calles del país exponiendo su vida y la de los demás.

Según mi criterio las leyes son demasiado bonancibles con los conductores ebrios. Cuando un borracho provoca un accidente con resultado de lesionados o fallecidos, más daños materiales, debería prohibirse la conciliación y las salidas alternas. Estas personas deben ser obligadas a responder económicamente por los daños materiales, las afectaciones psicológicas a la víctimas y terceros, y por las consecuencias a raíz de los lesionados y fallecidos. En principio, toda persona ebria que provoca un accidente con consecuencias letales, debería tener prohibido tener licencia de conducir por el resto de su vida.

El caso de Guardado es uno entre cientos que ocurren en el país. Personas sin conciencia que se embriagan y salen a las carreteras con sus vehículos que potencialmente se convierten en armas letales. Ninguna persona, bajo los efectos del alcohol o cualquier droga, tiene la capacidad de tomar las mejores decisiones. Física y mentalmente pierden facultades. Se vuelven torpes y cometen estupideces como conducir en carriles contrarios, manejar a velocidades excesivas, volverse intolerables o simplemente perder la cordura. Los peores accidentes viales han sido provocados por conductores ebrios. Las cifras de conductores peligrosos son alarmantes y preocupantes, pues año con año va en aumento. El Observatorio Nacional de Seguridad Vial del Fondo para la Atención a las Víctimas de Accidentes de Tránsito (FONAT) registra oficialmente que desde el 1 de enero pasado hasta el 10 de agosto de este año en el país se han capturado a 983 personas conduciendo bajo los efectos del alcohol, lo cual representa un incremento del 7% respecto a ese mismo período en 2022 cuando se habían arrestado a 919 conductores peligrosos. Obviamente la cantidad de detenidos se incrementa en las épocas festivas vacacionales, pero el promedio diario es de 4.4 detenciones. Solo en la semana vacacional de agosto hubo 67 personas detenidas por conducir ebrias.

El Observatorio señala que hasta el 10 de agosto se habían registrado 402 accidentes de tránsito provocados por conductores ebrios. Producto de estos percances hubo 291 personas lesionadas y 31 fallecidos. Es decir, 31 vidas cegadas por la irresponsabilidad de conductores incapaces de gobernar su vida sin la presencia del alcohol. Tener vehículo y manejarlo es un privilegio que no todos tenemos, por lo cual lo debemos asumir con mucha responsabilidad. Conducir sobrios es una forma de ser responsables con todos. Debemos ser responsables con los peatones, los otros conductores, nuestros acompañantes y con nosotros mismos, aún más, con nuestras familias. Si por conducir en estado de ebriedad sufrimos un accidente y como secuela quedamos maltrechos para el resto de nuestras vidas, quienes sufren en primera instancia son nuestros hijos, esposa (o), padres, hermanos y demás familia. Si matamos a alguien, con seguridad, provocamos un inmenso dolor en los dolientes y le “jodemos” el presente y el futuro a otras personas.

Si bien es cierto el alcoholismo es una enfermedad psíquica producto de la sumatoria constante del vicio, ninguna insidia debe ser superior a la voluntad de hacer el bien común y de convivir como un ciudadano responsable dentro de la sociedad. Si alguien sabe que tiene que conducir, pues hasta los “tragos sociales” debe rechazar. El comportamiento de un ebrio no es automático; verbigracia, alguien se toma hoy cuatro cervezas y conduce con normalidad, pero mañana se toma solo dos y pierde el control y se va a estrellar contra un muro o acaba provocando un accidente con fatalesconsecuencias que no admiten arrepentimiento.

El Observatorio señala que la séptima causa de accidentes viales es la conducción peligrosa, en el entendido que la principal causa es la desconcentración; sin embargo, esos 402 accidentes de tránsito que arrojaron 291 lesionados y 31 muertos, perfectamente pudieron evitarse. Son 31 familias que ya no volverán a ver a sus seres queridos y 291 personas de las cuales algunas quedaron con secuelas terribles, tal es el caso de Carlos Alberto Pérez, un joven de 28 años, que en abril pasado conducía ebrio y se estrelló contra un poste y producto de ese accidente no volverá a caminar jamás, porque su tercera vertebra se cortó literalmente. Carlos es padre de dos niños, uno de tres años y otro de uno. No seamos malos ciudadanos, irresponsables y “valeverguistas”. Conducir es un privilegio, pero hagámoslo con conciencia, amor propio e inteligencia. Si toma, simplemente no maneje, de lo contrario lo espera el hospital, la cárcel o el cementerio.