Alrededor de 19 mil accidentes de tránsito ocurrieron en 2021, los cuales dejaron cerca de 1 mil 400 víctimas mortales y alrededor de 10 mil 500 personas lesionadas, según las estadísticas del Observatorio Nacional de Seguridad Vial conformada por el Viceministerio de Transporte, la Fiscalía General de la República, la Policía Nacional Civil, entre otras instituciones.

El informe señala que las dos principales causas de accidentes son: La invasión del carril contrario y la distracción al volante. Hay otras causas como el irrespeto a las señales de tránsito, el mal estado de los vehículos, la falta de pericia del conductor, la conducción bajo los efectos del alcohol, el exceso de velocidad, no guardar la distancia requerida y muchas otras más.
El informe señala que es el fin de semana cuando se produce el 40 por ciento de los accidentes y que los departamentos donde más ocurren son en San Salvador, La Libertad, Santa Ana y San Miguel. Así en ese orden. Desde luego los accidentes más graves ocurren en arterias de alto tráfico vehicular.

Los accidentes son inevitables, porque ocurren en fracciones de segundo. Casi nadie por muy experto conductor que sea puede evitar un percance en milésimas de segundo. Sin embargo, podemos evitar las posibilidades de la ocurrencia de accidentes, si conducimos a la defensiva, con precaución, respetando las leyes y normativas y sobre todo si lo hacemos con respecto a la vida y responsabilidad.
Cuando nos ponemos detrás del volante debemos estar consciente que tenemos un privilegio que amerita responsabilidad. Un vehículo en nuestras manos se convierte en un arma que puede ser letal y acabar con la vida de los peatones y de las personas que se conducen en otros vehículos, así como también acabar con la vida de nuestros acompañantes (casi siempre parientes o amigos) y la de nosotros mismos. Por eso debemos hacerlo con responsabilidad, casi siempre manejando concentrado y a la defensiva.

El informe indica que la principal causa es invadir el carril contrario, lo que suele suceder cuando sobrepasamos en curvas o en zonas no muy adecuadas. Invadir el carril contrario suele ser una falta al reglamento, pero sobretodo una tremenda irresponsabilidad o ineptitud de quien lo hace, porque no mide las consecuencias o lo hace con criterio de temerario. Esto lo hacen muchas veces los jóvenes y los conductores de vehículos pesados, especialmente los conductores de microbuses y buses del transporte colectivo, quienes con tal de ganar tiempo y espacio se pasan al carril contrario, incluso circulando sobre arriates o divisiones, generando graves congestionamiento, poniendo en peligro la vida de otros y en ocasiones provocando accidentes.

Sin tener un dato estadístico oficial, me atrevo a aseverar, con base a lo que veo día a día, que son los motociclistas quienes son más asiduos invadiendo el carril contrario, tanto en carreteras abiertas como en las calles y avenidas de las grandes ciudades. Basta con venir desde Soyapango a San Salvador en el carril aun segmentado del ya fenecido Sitramss, en el bulevar del Ejército, para darnos cuenta como los cientos o miles de motociclistas que se dirigen de la capital al oriente lo hacen sobre el carril contrario, exponiéndose a ser arrollado. Por desgracia un motociclista y su acompañante casi siempre llevan las de perder porque en un accidente suelen resultar con lesiones graves o, peor aún, muertos, pues la fragilidad de su vehículo no les genera muchos escudos de seguridad personal.

La División de Tránsito y el Viceministerio de Transporte deben endurecer los controles y sancionar a quienes invaden carril contrario sin la debida precaución, sin importar si solo generan o empeoran un congestionamiento.
La segunda causa es la distracción al volante. Todos sabemos que el binomio uso de teléfonos celulares y conducción no son amigables. La mayoría de estos accidentes que tienen esta causa como origen, es porque el conductor va hablando por teléfono o haciendo uso de las redes sociales. Escuchando música a todo volumen, consumiendo bebidas o distrayéndose de cualquier forma. Si por la naturaleza de mi trabajo estoy obligado a estar conectado a redes sociales permanentemente, pues genero condiciones para no hacerlo mientras conduzco o me estaciono en áreas seguras para interactuar. La concentración a la hora de manejar es esencial. Uno hasta apaga la radio o le baja volumen cuando hace maniobras para estacionarse, porque el cerebro manda a tener plena concentración.

Desgraciadamente un accidente ocurre en fracciones de segundo y a veces no hay marcha atrás. Quien lo provoca puede dejar lisiada para toda la vida a otras personas o en su defecto provocar la muerte a otros o provocarse su muerte. Manejar es un privilegio, hagámoslo con responsabilidad. Salvemos vidas.