Fátima está en la quinta década de la vida. Tiene dos hijas y dos hijos entre los 18 y 26 años. Hasta hace cuatro meses se sentía saludable y llena de energía. Un día de mayo, su vida tuvo un cambio radical. Todo comenzó con una debilidad general y fiebre, que luego se acompañó de tos seca, con PCR positivo para COVID-19. La fase aguda de la enfermedad pasó sin mayores complicaciones, las fiebres desistieron, así como la tos, con excepción de una fatiga extrema y limitante que perdura hasta el día de hoy. “Ahora, mi madre, es una mujer apagada, que solo quiere pasar acostada y que vive en un estado constante de ansiedad”, me describió Yohana, su hija de 20 años.

La enfermedad por coronavirus persistente 2019, también conocida como síndrome post-COVID-19, es un problema sanitario emergente y complejo que sigue estando mal caracterizado. En octubre de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el COVID largo como “una condición que se presenta en individuos con un historial de probable o confirmado de síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus-2 (SARS-CoV-2), por lo general 3 meses desde el inicio de la COVID-19 con síntomas que duran al menos dos meses y que no pueden ser explicados por un diagnóstico alternativo.

Los síntomas más comunes son la fatiga, la falta de aliento y la disfunción cognitiva, pero también otros que afectan al sistema musculoesquelético, cardíacos y del sistema nervioso central, que generalmente tienen un impacto en el funcionamiento cotidiano”.

Los síntomas de la COVID persistente pueden fluctuar o recaer con el tiempo. Los pacientes que supuestamente tienen COVID persistente han informado de una amplia gama de síntomas, pero los más frecuentes son la fatiga (aproximadamente el 58 %), la dificultad para respirar (24 %), el dolor articular (19 %), el dolor torácico (16 %), dolor de cabeza (44 %), palpitaciones (11 %), depresión (12 %) e insomnio (11 %). Aunque los datos aún son preliminares, se estima que entre el 10 y el 15 % de personas que han padecido COVID-19 pueden presentar condición Postcovid-19. Eso significa que si nuestro país ha reportado hasta el día de hoy más de 201 mil casos de COVID-19, podríamos estimar más de 20 mil casos de COVID persistente, en nuestro país.

La falta de transparencia en los datos que el Minsal recopila alrededor de esta enfermedad, impide a la ciudadanía conocer cuál es el estado de este problema en nuestro país, pero lo más serio es que también impide al personal médico, público y privado, educarse al respecto para poder brindar un mejor servicio médico a la población en general.

¿Pero quiénes desarrollan COVID persistente?

Los factores de riesgo para el desarrollo de la COVID larga no se han explorado por completo. Hasta ahora, el aumento de la edad, las condiciones de salud preexistentes como la hipertensión, la obesidad, los trastornos psiquiátricos y la inmunosupresión se han asociado con un mayor riesgo de COVID persistente.

¿Y qué podemos hacer para prevenirlo y/o tratarlo?

Varios estudios publicados en revistas científicas están reportando una asociación protectora entre la vacunación contra el COVID y la aparición del síndrome Postcovid. Un estudio recientemente publicado en la revista Nature, por científicos israelitas, reportó que la recepción de dos dosis de la vacuna de ARNm BNT162b2 (Pfizer) se asoció con una disminución sustancial de la notificación de la mayoría de los síntomas tras la infección por el SRAS-CoV-2. Los individuos que habían recibido dos dosis no reportaron más de estos síntomas que los individuos que nunca reportaron la infección. Una de las conclusiones de este y otros estudios parece indicar que la aplicación de dos vacunas de RNA mensajero (Pfizer y Moderna) tienen un efecto protector sustancial contra la aparición del COVID persistente, y en tal caso la vacunación también se podría utilizar como prevención contra esta condición. A la fecha, no se ha aprobado ningún fármaco para el tratamiento del COVID persistente, por lo que el personal médico se centra en el tratamiento de los síntomas. Doña Fátima está en tratamiento para la depresión.

Todavía hay muchos aspectos sin aclarar sobre la condición Postcovid-19, lo que sí es real es su existencia como causante de condiciones crónicas y discapacidades, con gran impacto socioeconómico en las personas que lo padecen y sobrecarga al sistema de salud.