Es evidente que el bombardeo que ha hecho por décadas la ideología de género, con el fin de adoctrinar a los niñas y niñas ha sido sin cuartel, dando como resultado que muchas familias que antes defendían sus valores ahora se han movido aceptar, tolerar y apoyar estas perversidades, de tal suerte que ellos mismos ahora alientan a sus hijos e hijas aun siendo menores de edad para que practiquen estas aberraciones, como ocurre en la actualidad en países donde el aborto y los matrimonios igualitarios fueron aprobados por políticos que no tuvieron escrúpulos y se arrodillaron ante estas perversiones.

Indudablemente es una lucha desigual, dado que el movimiento LGTBIQ está utilizando el concepto del control poblacional que ha impuesto el foro de São Paulo con la agenda globalista 2030, en la que han gastado miles de millones de dólares para mover la voluntad de las familias tradicionales, las organizaciones, las empresas, las iglesias, los Estados y los países, para que estos acepten como normal estas desviaciones sexuales y luego las incorporen como leyes de la república, usando los eslogan “igualdad de género”, “todos los hombres deberían ser feministas”, “hasta que no tengamos igualdad en educación, no tendremos una sociedad igualitaria”

Es decir que disfrazan a la ideología de género como el paladín que están luchando por los más débiles, los excluidos y marginados que por siglos según ellos han sido invisibilizados por una sociedad heteropatriarcal, de manera que el movimiento LGTBIQ, defiende y agrupa a las víctimas de una sociedad machista y tradicional. Esta es la la versión que promueven para el público, pero las verdaderas intenciones de este movimiento perverso y diabólico es continuar moviendo la voluntad de las familias, las iglesias y países, hasta que acepten y aprueben todos los tipos de desviaciones sexuales que pululan en sus mentes.

De tal suerte que la ideología de genero está enfocada en que la humanidad vea como normal la eutanasia, el aborto, los matrimonios igualitarios, la pedofilia, la necrofilia, la zoofilia y las otras perversidades agrupadas en las diferentes parafilias, que, dicho sea de paso, solo en una mente enferma puede clasificar como normal, por ejemplo, que un hombre de 56 años se sienta una niña de 6 años, y que luego se matricule en un jardín de niños. Me refiero al canadiense Stefonknee Wolscht, quien inició siendo un transexual luego dijo sentirse una mujer.

Tampoco puede ser normal que un hombre se sienta ser un perro, como el caso del británico Tom Peters, de 32 años, que en el año 2019 aseguro que es un cachorro de dálmata y pidió ser reconocido como el primer hombre transespecie. Del mismo modo ocurre con Karen una mujer francesa que dice sentirse ser un caballo, su caso se remonta al año 2015, cuando se estrenó el documental “Horse Being” (Ser caballo en inglés). Allí se muestra una competencia llamada “Pony-play”, en la que varias personas se reúnen para comportarse como caballos libremente.

El objetivo de Karen era presionar al Gobierno de Francia para que cubriera los gastos de las cirugías necesarias para transformarse en caballo. Una de esas operaciones implica un implante de pezuñas directamente en los huesos de los pies. De manera que hemos llegado al tiempo de Sodoma y Gómora, donde a lo malo llaman bueno y a lo bueno malo, por ello las familias debemos de unirnos y defender a nuestros hijos de estas influencias satánicas que solo pervierten a los niños y jóvenes. Somos más los que amamos a Dios, por ello estamos obligados a defender a nuestros hijos de estas perversidades.

Pero si callamos ahora mañana será muy tarde, así que alcemos la voz y no permitamos que estos adoctrinamientos diabólicos continúen avanzando en El Salvador.

Romanos 1:26-27 dice: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”