Como era de esperar, los poderes fácticos han movido ficha en Guatemala y entonces ha tocado el turno a dos de sus operadores lanzar una nueva estocada.

Rafael Curruchiche, fiscal especial contra la impunidad (no puede ser más irónico su cargo), ha acusado al Movimiento Semilla de haber cometido delito en su fase de formación y pidió que se le quite la personería jurídica a Semilla. Y como un resorte, el otro operador de los poderes fácticos, el juez Fredy Orellana, titular del Juzgado Séptimo Penal A, ordenó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) que ejecute esa sentencia. Pero el TSE no atendió esa orden judicial y convocó a la segunda vuelta que habrán de disputar Sandra Torres y Bernardo Arévalo.

La tensión política en Guatemala se ha elevado de manera considerable y el pronóstico de lo que allí ocurra se muestra conflictivo, en cualquier escenario: el Gobierno que salga del balotaje no tendrá mayoría legislativa y tampoco en las municipalidades. El Órgano Judicial está carcomido y el Ministerio Público cojea.

Esta nueva zancadilla contra la institucionalidad (porque no es solo en contra del Movimiento Semilla) no prosperó, porque el TSE no acató. Pero eso podría hacer que otros actores, que ahora solo están como convidados de piedra, expresen su posición. Y si eso sucede, entonces la situación habría pasado a otra fase. Es decir, por ejemplo, si el Ejército de Guatemala se pronuncia se habrán activado peligrosos dinamismos. Y si calla, frente a esta grave crisis institucional, quedaría en entredicho. Un embrollo político está en marcha.

Con celeridad el Movimiento Semilla debe trocar a ‘Movimiento Árbol’. El balotaje presidencial está a la vuelta de la esquina y dos cosas tendrían que comenzar a suceder sin demora: un sistema de amplias alianzas y la más variada movilización popular. Sin estas dos herramientas esa pequeña ventana de esperanza podría cerrarse.

La zancadilla perpetrada desde la Corte de Constitucionalidad y desde la Corte Suprema de Justicia, al retrasar la convocatoria a la segunda vuelta, por ahora, no prosperó. Pero es una muestra de que los poderes fácticos son ciegos y sordos y mudos frente a los problemas esenciales de Guatemala. La única lógica que atienden es no perder el control del Estado. Y del aparato gubernamental en primer lugar, porque es desde allí donde se urden todas las tramas de saqueo público.

Lo que no debería suceder es que el Movimiento Semilla ‘crea que es cierto’, es decir, que alcanzó la segunda posición en la elección presidencial porque la ciudadanía votante meditó, leyó y valoró sus propuestas de campaña y chas, a última hora y ya con el pie en el estribo, endosó su respaldo.
Al parecer las cosas no ocurrieron así. Y más bien es la mezcla de hartazgo y de decepción la que en un punto del ‘plano político’ han coincidido, y está confluencia podría generar un extraño pero espectacular giro de tuerca, dado el actual deterioro institucional de Guatemala.

Aunque la Corte de Constitucionalidad ha expedido un amparo provisional frente a la sentencia del juez Orellana ordenando que se le suspenda la personería jurídica al Movimiento Semilla, la guadaña político-judicial seguirá.

Así, el fiscal Curruchiche se acaba de lanzar a fondo y en conferencia de prensa mostró lo que es el caso ‘Corrupción Semilla’. En su momento, es de imaginar, que el Movimiento Semilla deberá aclarar punto por punto lo que Curruchiche señala, e incluso puntualizar asuntos que el fiscal no ha mostrado o lo ha hecho de un modo malicioso. Sobre todo, en lo que concierne a los ‘tiempos’ de la investigación y de la exposición pública, que por ‘pura casualidad’ esta última ha coincidido con la segunda vuelta electoral donde el Movimiento Semilla es la sensación del momento.

Guatemala no necesita hacer muchos malabarismos conceptuales para hallar su camino de recomposición: la primavera política que se abrió en 1944 es el camino que debe retomarse. Son otros tiempos, claro, otros actores, otras correlaciones internacionales, pero se trata de la misma Guatemala flagelada por la corrupción y la impunidad.

A quienes siempre han impedido el cambio en Guatemala les ha salido el tiro por la culata. La emergencia del Movimiento Semilla ha sido un hecho que los ha sacado de borda y quieren descarrilarlo a como dé lugar. Y hay que esperar cualquier cosa. En cualquier momento.