Recientemente el presidente de El Salvador, dijo en cadena nacional que se presentaría como candidato para la presidencia en el 2024, es decir que competirá para la reelección continua, muy a pesar que existen siete artículos de la Constitución que prohíben claramente a los titulares de la presidencia la reelección para un mandato consecutivo (Artículos 75 N.4, 152, 154, 87, 88, 131 N.16, 248 ) además de lo establecido en la sentencia número 163-2013 que emitió en su momento la Sala de lo Constitucional que fortalece las normas ancladas o cláusulas pétreas que son inmodificables.

Ciertamente este lenguaje no será asimilado por miles o quizás por millones de salvadoreños, que no tienen como enfoque el comprender como funciona una República con su sistema de frenos y contrapesos, para que no haya abusos de poder, que evidentemente se cometieron en el pasado y que ahora es una normalidad la dilapidación de los recursos públicos, la falta de transparencia y la ausencia absoluto de la información pública, de tal suerte que en la actualidad no existe ninguna institución del Estado que no esté permeada de color cian, unos se adhirieron por temor y otros porque son oportunistas.

De manera que a los interlocutores que les hablan los funcionarios públicos de Nuevas Ideas, el presidente y los analistas políticos o jurídicos a fin al proyecto cian, es un auditórium que no le interesa que es lo que dice la Constitución, ni desean comprender la importancia de la separación de poderes, ni discernir lo fundamental de la independencia judicial, mucho menos consideraran el actuar probo y ecuánime de un fiscal general, dado que la principal fuente de información de esta parte de la población, son los medios creados por el Gobierno, para difundir noticias que posesionan al presidente Bukele en todo lugar.

De tal manera que han creado una especie de omnipresencia del presidente, aprovechándose de esta manera de una buena parte de la población que no tiene el modo de constatar todo lo que se difunde en la noticias por los medios de comunicación afines al gobierno, de modo que se está frente a una lucha desigual, donde cualquier salvadoreño que disienta aunque sea un tantito del presidente, que no le quepa la menor duda que le caerá implacablemente todo la maquinaria publicitaria más los miles de troles que están al servicio de los que ahora detentan el poder. Maquinaria publicitaria que no se tienta el hígado para amenazar, calumniar y difamar a todo aquel ciudadano que tiene la osadía de desafiar al poder.

También existe otra audiencia a la que le habla el presidente, me refiero a los salvadoreños de la diáspora, que se nutren al igual que los primeros de noticias falsas, donde les han hecho creer que en El Salvador, todo está bien, y que le economía están pujante como la de los Estados Unidos de América y que la seguridad pública y la educación es como la de Singapur, de tal manera que muchos de estos compatriotas no tienen manera de venir a constatar la realidad de esas noticias, por ello endosan su apoyo de manera incondicional al presidente.

Sin embargo, todos estos salvadoreños de la diáspora, les gusta la idea de que haya un orden en El Salvador, como posiblemente lo vivan en los Estados Unidos, pero se resisten a venirse a vivir al país, para que puedan verificar en carne propia todas esas oportunidades que dicen que existen, y quizá una de los factores que los detiene es que no quieren dejar de ganar $20 dólares la hora versus $1.52 la hora en El Salvador. En consecuencia, tienen bien claro que por más que se esfuercen acá, no podrán comprar nunca un buen vehículo o adquirir una buena vivienda.

De modo que aprendieron a vivir de la ilusión de un El Salvador ordenado y seguro, pero no están dispuestos a venir a contribuir a su país y a pagar los impuestos para sacar adelante la patria, sin embargo los que nos quedamos y creímos en El Salvador, aunque fue destruida por el conflicto armado, más los saqueos que ha tenido a lo largo de los últimos 100 años, continuamos creyendo que podemos hacer algo por nuestro país, pero debemos comprender que no se podrá llevar hacia el desarrollo y el progreso a El Salvador si ahora permitimos que se continue la desobediencia a la Constitución, por personas que juraron cumplir y hacer cumplir la norma primaria.