Desde 2019 cada 24 de enero, por acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), se celebra el Día Internacional de la Educación a efecto de celebrar el papel de la educación en la paz y el desarrollo de los pueblos. Un pueblo carente de educación vive rezagado en el subdesarrollo y por ende en la pobreza que se manifiesta en las carencias materiales y espirituales.

La proclama de la ONU indica que, sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no logran alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza, fenómeno que deja rezagados a niños, jóvenes y adultos. No hay Constitución de país alguno que no contemple la educación como un derecho primario de los conciudadanos de cada nación.

Nuestra Constitución en el Artículo 35 literalmente dice: “ El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores, y garantizará el derecho de estos a la educación y a la asistencia”. Más adelante, en la Sección Tercera referente a Educación, Ciencia y Cultura, desarrolla desde los Artículos 53 al 61 todo lo concerniente a la educación en El Salvador desde parvularia hasta universitaria, dejando bien claro en al Artículo 53 que: “El derecho a la educación y a la cultura es inherente a la persona humana; en consiguiente, es obligación y finalidad primordial del Estado su conservación, fomento y difusión.

En el Artículo 55 desglosa los fines de la educación, siendo ellos lograr el desarrollo integral de la personalidad en su dimensión espiritual, moral y social, contribuir a la construcción de una sociedad democrática más próspera, justa y humana, inculcar el respeto a los derechos humanos y la observancia de los correspondientes deberes; combatir todo espíritu de intolerancia y de odio, conocer la realidad nacional e identificarse con los valores de la nacionalidad salvadoreña; y propiciar la unidad del pueblo. Asimismo nuestra Constitución señala que todos los habitantes de la República tenemos el derecho y el deber de recibir educación parvularia y básica que nos capacite para desempeñarse como ciudadanos útiles. Inclusive señala que los padres tendrán derecho preferente a escoger la educación de sus hijos.

Nuestra Carta Magna también hace referencia a que la enseñanza que se imparte en los centros educativos oficiales será esencialmente democrática y que ningún establecimiento educativo puede negarse a admitir alumnos por motivos de la naturaleza de la unión de sus progenitores o guardadores, ni por diferencias sociales, religiosas, raciales o políticas.

En resumen, todos tenemos derecho a estudiar, a que se nos garantice el acceso a los centros educativos y ser formados con base a los criterios educativos consensuados por el Estado, la institucionalidad y la sociedad. En ningún centro educativo un alumno puede ser rechazado por ninguna circunstancia. Ya en el nivel de la educación superior median otros factores determinados por los méritos personales que hacen que no todos los ciudadanos puedan acceder. En el país nadie debería quedarse sin iniciar su parvularia y cursar la educación básica. La Constitución le da mucha responsabilidad a los padres de familia, pues son ellos los que tiene la prioridad para escoger el tipo de educación y exigir que se cumpla el derecho universal hacia sus hijos.

El derecho a la educación también aparece recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos en el artículo 26, en el que se desarrollan los siguientes puntos:

1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.

3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.

Todos sabemos que una persona entre más educación o acervo cultural tiene es más tolerante, comprensiva y productiva. Se dice que estudiar no garantiza el éxito, pero reduce las posibilidades de fracasar en la vida. Es cierto que el Estado tiene la obligación de garantizar el acceso a la educación, pero somos los padres de familia los que debemos fomentar que ese derecho se ejerza, matriculando a nuestros hijos y exigiendo un correcto proceso de enseñanza-aprendizaje, así como formando valores en el seno familiar. El sistema educativo sigue un programa determinado con objetivos y metas generales, los cuales no surtirán efecto si en los hogares no hay contribución al éxito de los procesos formativos sistemáticos. La escuela explica que es la tolerancia, pero es el hogar en donde inicia la práctica metódica; los profesores enseñan números, pero la sociedad demanda aplicarlos correctamente; en las aulas se da a conocer la sana convivencia, pero es en la cotidianidad de la familia donde se vive la práctica que se irradia a la sociedad.Educarnos para la vida es formarnos para el éxito.