Anualmente El Salvador percibe 32 millones de dólares en concepto de impuestos sobre el tabaco, pero el Estado invierte cada año más de $200 millones para atender las enfermedades que genera el tabaquismo. En síntesis no es nada beneficioso el consumo de tabaco ni para la salud del fumador ni para las finanzas del Estado.

Resulta que cada 31 de mayo, por decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1987, se celebra en todo el planeta el Día Mundial sin Tabaco con la finalidad de llamar la atención sobre las devastadoras consecuencias del consumo de tabaco.

La OMS señala que la nicotina contenida en el tabaco es sumamente adictiva y que el consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como de más de 20 tipos o subtipos diferentes de cáncer y muchas otras enfermedades debilitantes, entre ellas la diabetes, gastritis crónica, insuficiencia renal, hipertensión arterial, stress, depresión y hasta mal aliento permanente y muchísimas más.

Las enfermedades producidas por el tabaquismo son dolorosas. Una de las más comunes es el cáncer pulmonar. Recuerdo que hace quince años, Julio Gilberto Villalta, un abogado vecino, de 45 años de edad, se fumaba hasta cuatro cajetillas diarias, pero una mañana amaneció sin poder respirar y con un fuerte dolor en la espalda, por lo que fue internado de inmediato en un hospital privado. Tras los exámenes respectivos le detectaron un cáncer avanzado en sus pulmones y desde entonces quedó viviendo pegado a un tanque de oxígeno. Así vivió cerca de un año hasta que falleció. Julio César era un excelente abogado de familia y catedrático universitario que, según su esposa, adquirió el vicio desde sus tiempos de estudiante de bachillerato.

En El Salvador no hay un estudio que identifique a que edad se comienza en el vicio, pero es evidente que el período de iniciación es la adolescencia, cuando motivados por la curiosidad, la rebeldía, la influencia de los amigos mayores, el individualismo, la falta de atención de los padres de familia sobre sus hijos o cualquier otro factor, los adolescentes (hombres y mujeres) se introducen poco a poco en el mundo del tabaquismo, sin entender o comprender las fatales consecuencias para la salud y sus propias economías. Comienzan fumando a escondidas, en reuniones sociales, en grupos de jóvenes exhibicionistas. Lo hacen ocasionalmente, pero cada vez se van volviendo más dependientes, hasta que se convierten en adictos. Luego el cigarrillo pasa a ser algo cotidiano en sus vidas. Fuman a toda hora, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia. Lo que es peor, que fuman sin respetar a los demás y convierten en fumadores pasivos a quienes no fumamos.

En algunas empresas hay área para fumadores. En la mayoría no, pero quienes están sumidos en la adicción buscan cualquier momento y lugar para fumar. Hay quienes van manejando y fumando, van de pasajeros en unidades de transporte colectivo y con el cigarro encendido, irrespetando la salud de los demás. En la universidad tuve un excelente catedrático que entre clase y clase se fumaba una cajetilla o a veces más. La adicción al tabaco no respeta a nadie e igual es adicto un obrero que un profesional. Desgraciadamente el adicto enferma a los demás cuando lo hace en sitios públicos.

Conozco amigos que se desesperan si no fuman. Les duele la cabeza, les da ansiedad y se ponen de mal humor. Recientemente estuve en un hotel, donde la cajetilla de cigarros costaba $25 dólares. En los bares salvadoreños el costo de una cajetilla ronda hasta los 20 dólares. En el supermercado el promedio de su precio oscila entre los cuatro y 15 dólares, dependiendo de la marca. Un colega periodista me jura que hay cajetillas que cuestan más de $150 dólares y que él mismo compró un habano que le había costado $100 y que se lo había fumado en tres noches seguidas. Es decir que el vicio del tabaquismo requiere un gasto oneroso e innecesario. Dinero que perfectamente puede ser utilizado para alimentos, medicinas, vestuarios y otros insumos necesarios y básicos. Alguien que se fume dos cajetillas diarias, gastaría casi un salario mínimo mensual.

El tabaco es dañino para la salud lo cual está harto demostrado con tanta consecuencia nefasta que lleva hasta la muerte. La legislación obliga a las empresas productoras a realizar publicidad y que en las cajetillas lleven impresa de manera explícita las consecuencias de la enfermedad, pero eso al consumidor no le importa, como tampoco le importe el precio. Fumar es su pasión y lo harán aunque estén conscientes que su salud se deteriora.

En el Día Mundial sin Tabaquismo, todos deberíamos adquirir conciencia y evitar que nuestros hijos adolescentes o adultos caigan en las garras del tabaco; mientras que el Estado debe potenciar una campaña nacional para concienciar a la población que ese vicio lleva a la muerte y genera a los salvadoreños el gasto de millones de dólares para tratar esas enfermedades que son evitables... Es cuestión de conciencia, voluntad y amor propio.