Son las 4 de la tarde de un martes húmedo, melancólico, y nublado. El rumor del mar se escucha a lo lejos, ya no tan enfurecido como el día de ayer. Su tono se escucha más amigable y el impacto de sus olas más tolerable. Todo parece indicar que la tormenta tropical Pilar se retira al final por miedo a todas las preparaciones, que se habían instalado a lo largo y ancho del país. Está muy bien prevenir. Siempre será lo más efectivo y eficiente, a nivel colectivo y personal. El problema se da cuando ese modo preventivo, se transforma en un medio hiperreactivo, volviéndose en una reacción inefectiva e ineficiente, y hasta contraproducente. La naturaleza, amo y señor de todo lo que nos rodea, siempre exige un balance entre toda fuerza. Solamente alcanzando ese balance podemos alcanzar la sostenibilidad. Toda aquella actividad humana que no lleve implícito un balance no será nunca sostenible. Y si no veamos algunos efectos muy interesantes.

Hasta hace unos pocos años, los modelos demográficos se alineaban con el maltusianismo, que es una teoría e ideología, según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por ello, aludía esta teoría, de no disminuir el crecimiento demográfico llegaría el ser humano a provocar su extinción. De esta urgencia de controlar la demografía del planeta, nacen una serie de movimientos ideológicos, políticos y económicos que confluyen para producir el poderoso movimiento para controlar la fertilidad humana.

Desde los trabajos pioneros de Kate Fisher sobre las culturas anticonceptivas y sexuales de la clase trabajadora británica de la primera mitad del siglo XX, incluyendo las prácticas de planificación familiar en las repúblicas soviéticas, donde se legaliza el aborto como medio de planificación familiar, hasta llegar al nacimiento de la píldora anticonceptiva que se remonta a 1951, cuando el mexicano Luis Ernesto Miramontes Cárdenas sintetizo la molécula que permitió elaborar la primera píldora anticonceptiva, el ser humano ha logrado controlar, para bien o para mal, la fertilidad.

¿Pero después de más de medio siglo de un efectivo control de las poblaciones del mundo, continuamos alineados con las teorías maltusianas?

Por primera vez en muchísimos siglos desde la aparición del homo sapiens, la humanidad desde el año 2016 tiene menos hijos que el año anterior. En países europeos, nacen menos niños desde el 2010. El fin del crecimiento de la población mundial está previsto para el año 2080, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas. A partir de ese año y con una población de 10.4 billones a nivel mundial, la población del mundo comenzara a disminuir. El mayor problema con esa disminución es que se predice será precipitada, y de una magnitud violenta.

¿Es una amenaza para la prosperidad del ser humano este decrecimiento poblacional?

Actualmente, la mayoría de las personas del mundo viven en países con tasas de fertilidad por debajo de la tasa de reposición (dos hijos por mujer), liderados por Corea del Sur que con una tasa de 0.78 hijos por mujer en 2022. y lo que es más importante de todos los países que han tratado de revertir este índice negativo de reposición poblacional, ninguno lo ha conseguido.

Una vez un país alcanza este nivel por debajo del índice de reposición, la disminución poblacional es irreversible, por lo menos hasta el momento. El impacto social y económico de esta carencia de niños se traduce en una disminución de la fuerza laboral y el envejecimiento de la población, lo que puede afectar la economía y el sistema de pensiones; reducción del mercado interno, lo que puede afectar la demanda de bienes y servicios; disminución de la diversidad genética y cultural; reducción de la capacidad de defensa y seguridad nacional; disminución de la innovación y el progreso tecnológico; aumento de la carga fiscal para los trabajadores activos.

Nuestro país tiene una tendencia demográfica a la baja, alcanzando en 2019 una tasa de fertilidad por debajo del índice de reposición, además una población con tendencia al envejecimiento. Se hace necesario que nuestro país revise sus políticas demográficas, de lo contrario vamos hacia un desastre.