Se mueve el continente de nuevo, nuestra América, para diferenciarla de la del norte. Aunque allí se mueve como los elefantes, estrepitosamente y quizá, para mayores cambios estructurales dolorosos para sí y para la comunidad mundial. En lo cultural, en el sentido civilizatorio, se acercan como los elefantes, hacia la alta Edad Media cuando se quemaban en la hoguera a sabios, pensadores, científicos y disidentes por su cercanía con el demonio, que es la ignorancia de sus verdugos, dado que la intolerancia es una dolorosa expresión de la ignorancia. Más, regresemos a la intención de esta reflexión que anuncia el título. El primer caso, es el del actual presidente de Colombia Gustavo Petro, a quien observo más perdido que el “hijo de Lindbergh”, como se decía antes.

Su discurso de investidura fue impecable para un demócrata (entendiendo como demócrata a cualquier persona que asume que en democracia, cualquiera puede expresarse libremente sin ser perseguido; claro, excluyendo el delito de difamación o injuria, y el derecho a disentir del presidente, sin que se le tome como un ataque a su investidura, cual es la ser el Primer Servidor público, no un monarca del tiempo del absolutismo.

Discurso que hizo al mismísimo Alvaro Uribe Vélez, su némesis político, solicitar una cita de cortesía para expresarle su apoyo en todo aquello que fuere en beneficio del todo social. Al igual que lo hizo su rival electoral, el impensable y coloquial empresario Rodolfo Hernández.

Mejor comienzo de gestión gubernamental que ese, en un país fracturado por la violencia política doméstica, emparentada con el narcotráfico y el secuestro, no podía tener y esperar Gustavo Petro; a pesar que ya era un político conocido por haber integrado el movimiento guerrillero M-19, concejal en Zipaquirá, parlamentario, candidato presidencial por dos veces y alcalde de la ciudad capital Bogotá.

Hasta los terratenientes cafetaleros y ganaderos, conversaron con el recién electo presidente, por jugarle una carta ganadora a la paz social. Y llegando como llegó al poder público, de uno de los movimiento guerrilleros del país con afinidades con las FARC y el ELN, a lo menos en su oferta de cambio social radical, le otorgaron el beneficio de la duda y se jugaron la carta.

Petro no dio la talla, no estaba a la altura de ejercer tan alta magistratura, como no lo estuvo como alcalde de Bogotá. Una cosa es ser oposición y otra gobierno. Los primeros en colocarlo en situación comprometida fueron sus propios aliados tradicionales, divididos y subdivididos desde los Acuerdo de Paz firmados con Juan Manuel Santos, bajo la bendición de la nomenclatura cubana; y una de las alas disidentes de las Farc se refugió en Venezuela, allí campea libremente compitiendo con los delincuentes autóctonos, ejerciendo el secuestro, la extorsión y expandiendo su irregular presencia y dominio en el territorio venezolano.

Tampoco ha podido Petro entenderse con el ELN, que nunca firmó la paz con Santos; pero sí altamente comprometido con el Cartel Occidental de la droga que no ha cesado en su producción y distribución. Hasta la familia ha hecho de las suyas. Hasta uno de sus hijos le salió casquivano y se quedó con un dinero procedente de la droga que debía ir a otra parte, prometió intermediación empresarial, etc. Hasta su mujer lo denunció cuando en la ebriedad del dinero inesperado a base de promesas, adquirir autos lujosos, inmuebles, damiselas de compañía (Sin tetas no hay paraíso, titula una telenovela de éxito), hasta que su legítima esposa se cansó y le concedió una entrevista a la prestigiosa periodista Viky Dávila, directora de la prestigiosa revista Semana, donde denunció al detalle el origen de la repentina riqueza de su marido !Hay de las mujeres traicionadas!.

Y no quedó allí lo de la familia, hasta un tío ahora se encuentra envuelto en tropelías monetarias indebidas. Y para mayor bochorno la Vicepresidenta Francia Márquez, afroamericana, originaria del Cauca, abogada, ecologista, decidió viajar en Helicóptero desde su residencia hasta su lugar de trabajo, alegando razones de seguridad; y al propio tiempo que proclama segregación racial en Colombia, obvia el hecho de que fue electa Vicepresidenta por el electorado colombiano.